No a los hispabobos

EL GOBIERNO ha tomado la comprensible pero intolerable decisión de salvar de la quiebra a las comunidades autónomas asumiendo una deuda de más de 30.000 millones de euros, más o menos lo que el Estado o Reino de España tiene que pagar al año sólo por los intereses de la deuda legada por Zapatero. El mecanismo es bastante sencillo: todos los españoles nos vamos a hacer responsables del derroche pasado, presente y futuro de unas tribus, otrora regiones, que ni se saben ni se quieren españolas, salvo para que este erial pague los despilfarros de una huerta que ya ni recoge la fruta.

Este suicidio por desidia, que en rigor es un crimen por negligencia, se va a llamar hispabonos. Hispabobos o Politibobos cuadraría mejor a su naturaleza, que es la de esquilmar lo de todos en nombre del derroche de unos cuantos; pero unos cuantos, ay, que son casi todos. El Estado de las Autonomías está en quiebra total y absoluta, pero el Gobierno quiere que seamos todos los españoles, que mayoritariamente detestamos el butrón autonómico -reto a cualquiera a consultarlo en las urnas- los que paguemos lo que ni podemos, ni queremos ni debemos pagar, lo poco que el Gobierno nos deja gastar de lo nuestro, lo que nos roba esta casta política envilecida que piensa disfrutar hasta el último euro de su cotidiano atraco a la nación.

Yo no quiero que dos de cada tres días de trabajo sean para el Estado y, menos aún, para el maldito Estado de las Autonomías. Si está quebrado, que quiebre del todo y vayamos al concurso de acreedores, que es lo que somos los ciudadanos españoles, si ambos conceptos aún pueden coincidir. Yo no quiero que me suban más los impuestos, ni que mis hijos y nietos, si los hay, sigan pagando lo que han invertido en la destrucción de España los separatistas catalanes y vascos, amén de lo que han derrochado en compañía de andaluces, valencianos y demás. Lo que pretende Rajoy no es curar al enfermo de cáncer que es el Estado en su taifesca condición, es disimular su condición terminal con tiritas y parches Sor Virginia. Y por más que le convenga a nuestra casta política, España no está para parches, sino para otras ruedas; no para gasolina más barata, sino para otro motor; no para más esparadrapo en el parabrisas, sino para otro cristal; no para tapar el reventón con otro pinchazo, sino para dejar el coche y empezar a movernos en bicicleta e incluso a pie. Ahora bien, ¿alguien sabe adónde vamos?