Blandos o duros, menores o importantes: desacuerdo

Abría el fuego, como era de esperar, Federico Jiménez Losantos en sendos artículos. Primero, en LibertadDigital.com: «Hay dos excepciones, que debían abordar el reto más importante, si no más urgente, que tiene ante sí Mariano Rajoy: la despolitización de la Justicia, la limpieza de las cloacas de Interior y la investigación real del 11-M y el caso Faisán, máxima expresión delictiva y delictuosa del arreglo del Gobierno del PSOE con la ETA en estas dos legislaturas. La elección, en ambos casos, no ha podido ser peor. Si Jorge Fernández en Interior garantiza la continuidad en todo y la limpieza de nada, Gallardón en Justicia es garantía de injusticia, de politización, de desprecio a las víctimas del 11-M y de incompatibilidad con la libertad de expresión». Y luego, tras la toma de posesión, en EL MUNDO: «El discurso de Fernández Díaz elogiando a Rubalcaba y el pomposo ditirambo de Gallardón a Caamaño aseguran que el Gobierno del PP va a continuar la negociación con ETA emprendida por el PSOE; que de ilegalización de Bildu, nada; que de templar gaitas con Amaiur y el PNV, todo».

Otra visión bien distinta, la de Carlos E. Cué en El País, minimizando a Gallardón y endureciendo a Fernández Díaz: «Otra de las sorpresas, por el escaso papel que parece tener, es Alberto Ruiz-Gallardón, un peso pesado que va a Justicia, sin apenas competencias. (...) Jorge Fernández es el más conservador del Ejecutivo. Está muy vinculado a las posiciones de la Conferencia Episcopal. Su colocación en Interior es un gesto: un duro que no será criticado por algunos medios se encargará de dirigir la política más delicada, la posibilidad del acercamiento de presos de ETA o terceros grados».

Javier Casqueiro seguía por esa senda: «El nombre elegido fue el de Jorge Fernández, pero Rajoy dudó. Pensó durante mucho tiempo para esa función en otra persona de su absoluta confianza y amistad, como la gallega Ana Pastor. El perfil personal de ambos es similar en su cercanía sin matices al líder, pero Fernández tiene unas aristas políticas más duras, quizá más del agrado de la línea mediática y del partido que no contempla ni la más mínima concesión legal y reglamentaria al futuro penitenciario de los presos de ETA».

Conclusión: ni Cué ni Casqueiro leen a Jiménez Losantos.

Y, de nuevo, amplia discrepancia, esta vez con un editorial de EL MUNDO: «Jorge Fernández, antiguo colaborador de Rajoy, asume la complicada tarea de gestionar Interior y de poner bajo su control al aparato policial. La duda es si tendrá el suficiente carácter».

Tampoco Albert Martín Vidal,en Público, parece convencido por el vigor del ministro del Interior: «Se le considera un tecnócrata con poco liderazgo». Un editorial de ABC aventuraba: «Su nombramiento apunta a que Rajoy no quiere dar al cese definitivo del terrorismo una intensidad política especial».

Sea como fuere, un enorme titular en Gara dejaba claro lo que para los sectores próximos a ETA es lo más significativo del nuevo Gobierno «del país vecino»: Gallardón y Fernández Díaz serán la voz de Rajoy para el conflicto vasco.