Triste bienvenida

AL INFORMADO Rajoy le esperan días y años de soledad y probable alboroto. Su falta de solidaridad anterior con el gobierno del PSOE le va a traer malísimos recuerdos. El estado vacilante del euro y la gritada unidad europea está en sus peores momentos. Su inglés es deficiente y su español, poco atractivo. El personal que le rodea está repleto de ambiciones personales. Como el dios que lo convertirá en el muñeco de las bofetadas y el centro de las acusaciones. Supongo que él lo sabe, pero ser quien decide entre los batiburrillos exteriores no es posición envidiable. Él es serio, quizá demasiado; está en el fondo solo, quizá demasiado. Y ha callado demasiado tiempo dejando hablar a demasiada gente en nombre suyo. El exterior está como de toma pan y moja; el interior «desde la princesa altiva/ a la que pesca en ruin barca» sufre más terremotos que la isla del Hierro. Pocas personas, por megalómanas que fueran, envidiarían su impredecible futuro. Yo compadezco a Rajoy, por muy diferente que sea su interior a su exterior. Mi estado personal es lamentable, pero por nada de este mundo ni del otro me cambiaría por él.