Querer no es poder

«ESPAÑA será lo que los españoles queramos que sea», ha dicho Rajoy en su discurso de investidura, con el aplauso de casi todos. Pero se trata de una afirmación desmentida a diario por la realidad. Todos querríamos acabar con el paro y, sin embargo,el paro seguirá aumentando el año que viene. Casi todos querríamos acabar con la politización de la Justicia, sobre todo en los niveles altos, que sólo alcanzan los magistrados que fichan por un partido político; pero los grandes partidos no renuncian a esa corrupción estructural que convierte al Poder Judicial en una prolongación del Poder Ejecutivo, del Legislativo o de la partitocracia enseñoreada de los dos y, tras la LOPJ de 1985, de los tres. Una amplísima mayoría de ciudadanos querríamos acabar con la división de la Administración de Justicia en 17 taifas a imagen y semejanza de las autonomías, pero no lo esperamos mientras se mantenga la politización del Constitucional, el Supremo y el CGPJ.

La Justicia es la clave de todo, incluida la economía. Sin leyes claras, eficaces y aplicadas por jueces y fiscales respetuosos con la ley, sin interpretaciones ideológicas, no hay nación que sobreviva ni Estado que lo resista. De hecho, la apropiación de la Administración de Justicia por parte de la casta política es la raíz de la división del Estado de Derecho español en 17 «diminutas ferocidades», como llamó Miguel Hernández en las Nanas de la cebolla a los dientes que le salían a su criatura mientras él moría en la cárcel. Por cierto, al margen del caso concreto del formidable poeta y olvidable comisario político en las divisiones comunistas de El Campesino y Mateo Merino, la cárcel es la institución que mejor prueba que, diga lo que diga el famoso refrán, querer no es poder. Rara vez lo es.

Hay algo más en la frase citada que me repele y es que se parece horrores a la retórica de los nacionalistas antiespañoles -no hay otros organizados- cuando hablan de la voluntad de ser. Eso es algo que en todos los nacionalistas, empezando por Hitler, empieza o acaba siendo simple Voluntad de Poder. La asombrosa película de Leni Riefenstahl sobre Hitler se llama, y no por casualidad, El triunfo de la voluntad. Cuidado con la voluntad, porque lo deseado no es siempre deseable. Los españoles queremos justicia, empezando por la igualdad de todos ante la ley. Pero querer no es poder. Desde ayer, sólo Rajoy puede. ¿Quiere?

>Vea de martes a sábado el videoblog de Carlos Cuesta La escopeta nacional. Sólo en EL MUNDO en Orbyt, hoy: Un sacrificio que crea empleo