Fue grande mientras duró, pero ahora...

Ya pensábamos que algo de síndrome Cenicienta iba a tocarnos cuando Rudy Fernández, Serge Ibaka y Tiago Splitter abandonasen la cancha del Palacio de los Deportes ante 11.000 espectadores puestos en pie. Pues sí: la ACB se queda sin estos jugadores y algunos de menor impacto tras firmarse (o casi) la paz en la NBA, y la primera impresión es de cierta orfandad.

No cabe duda de que el nivel de la competición decae un poco tras este éxodo de los jugadores que nos cayeron inopinadamente prestados por la mejor liga del mundo. Sin embargo, si los diferentes equipos mantuviesen el compromiso con un baloncesto positivo, creativo y atlético como el que vemos en una parte de los clubes españoles, no debería haber motivos para que se apagase la llamita de ilusión que ha prendido en el público de aquí. Otra cosa será la atención de los medios informativos: las retransmisiones con escasos medios y poca repercusión de RTVE ya nos han dado una pista de lo que nos espera.

La jugada del Real Madrid fichando a Kyle Singler parece, justamente, un movimiento inteligente (últimamente se ven inesperados signos de vida en el front office blanco...) para mantener el entusiasmo que llena la cancha madrileña y hace acudir a mucho público a las demás. No va a sobrar, pese a la presencia de muy buenos jugadores exteriores, el joven que fuese campeón universitario con Duke: el vacío que va a dejar un Rudy un poco más explosivo y genial a cada partido que pasaba no va a ser desdeñable. Pero sin duda, como ayer se vio de nuevo, la ruptura de todo ritmo ofensivo por parte de los rivales que inmediatamente provoca la entrada en juego de Ibaka va a echarse todavía más de menos. Y no es fácil predecir títulos para un Madrid con el grupo de jugadores interiores que le queda, varios de ellos de gran valía, pero que en su conjunto intimida más bien poquito.

En cuanto a Splitter, tan sólo ha jugado tres -excelentes- partidos ligueros en Valencia, pero su presencia en el poste bajo ha servido para reequilibrar todo su juego y hacerlo infinitamente más peligroso, porque ahí abajo no tenía en su plantilla un cinco verdaderamente nato e idóneo; tampoco el lesionado Vítor Faverani.

Así que el sueño de otoño de unos pívots de clase mundial que aportaban buenas dosis de lo que en Europa suele faltar ha terminado para Madrid y Valencia, y también para un Baskonia que se queda sin Kevin Séraphin, aunque éste haya sido más útil como anotador que otra cosa. Nada nuevo bajo el sol: los pívots de categoría escasean en todas partes, y ya ha sido suerte este maná con fecha de caducidad que la bronca laboral americana nos ha ofrecido.

Ahora va a centrar la atención la reacción de los tres clubes más reforzados y, hoy, más debilitados. Y, con ella, la de los dos candidatos -Barcelona y Unicaja- sordos a los cantos de sirena NBA.