La España de Camacho

Nuestra histórica fama de malos pagadores ha sido uno de los factores que contribuyó a que nos contagiáramos con la crisis de la deuda griega. Esta es una de las lecciones que se extraen de la lectura de Repudios, arreglos y adulteraciones. Las crisis de la deuda pública en la España contemporánea, un trabajo presentado por el profesor Francisco Comín en el X Congreso Internacional de la Asociación Española de Historia Económica celebrado en septiembre en Sevilla.

Comín constata que, a diferencia de crisis anteriores originadas por turbulencias políticas, la actual, que se originó en la mala gestión de la recesión de 2008, fue provocada «por fenómenos exclusivamente económicos» y dice que ha pasado de ser una crisis fiscal a una de deuda por el contagio griego.

La Historia ofrece lecciones interesantes. Por ejemplo, en 1879, la deuda pública española representaba más del 200% del PIB, un desastre de proporciones homéricas. España requería para arreglarlo de un reformador de gran nivel y lo encontró en el liberal gaditano Juan Francisco Camacho de Alcorta.

Camacho llegó al Ministerio de Hacienda en 1881 y descubrió que su antecesor, el conservador Fernando Cos-Gayón, había elaborado un proyecto de arreglo para la deuda que sirvió de pretexto para derrocar al Gobierno. Pese a ello, lo sacó adelante en diciembre de 1881 para «librar a la nación de la nota de insolvente».

El plan de conversión de la deuda reorganizó y consolidó los títulos públicos, disminuyó el apalancamiento del Estado y redujo las cargas financieras. La de Camacho fue la primera reestructuración voluntaria y pactada, porque hasta entonces todas habían sido obligatorias, y se vio favorecida por una excelente coyuntura internacional que el ministro aprovechó con acierto.

Además, acompañó su programa con una serie de reformas virtuosas. Promulgó, en 1882, el primer presupuesto sin déficit, cosa que los liberales habían proclamado durante décadas sin conseguirlo. Con Camacho, que evitó elevar los impuestos, subió la Bolsa y se restableció el crédito. En 1886, cuando Camacho había salido y vuelto a entrar en el Gobierno, su éxito era evidente: la deuda representaba el 70% del PIB.

Hay otros españoles que han lidiado crisis parecidas. Los más conocidos son Bravo Murillo (1851) y Fernández Villaverde (1898). Pero Camacho, que pese a que no se le conocía formación universitaria fue gobernador del Banco de España y creador del Cuerpo de Abogados del Estado, quizás fue el que lo consiguió con más éxito.

En un trabajo elaborado en 2008 por Noelia Lozano sobre la biblioteca de Camacho que donó a la Universidad Central se recogen los principios que sustentaban su política reformista: «1) Equilibrio presupuestario de ingresos y gastos. 2) Todo sacrificio buenamente exigible debe plantearse a la nación para conseguir este resultado. 3) Cuando se llega a cierto límite en los gastos y éstos no son necesarios, hay que realizar prudentes economías para reformar los servicios públicos. 4) Toda reforma en la Hacienda, para su eficacia requiere de una organización sólidamente establecida apartada del influjo de las presiones de partido».

john.muller@elmundo.es