Mariano lee el ‘Marca’

Napoleón tenía en su mesilla de noche El príncipe y escribió una nueva versión del libro. Se llevó, sólo de la biblioteca de Fontainebleau, 700 libros. Leía en su carruaje, incluso, dirigiendo las grandes batallas. Eso era la Ilustración, ahora los hombres de Estado ojean más bien las encuestas; ahí tienen a Rajoy leyendo el Marca y la foto ha repiqueteado en las redes sociales.

Una vez me reconoció que le había impresionado El crepúsculo de las ideologías, y quizás dijo la verdad. Pero no siempre el periódico o el libro retrata al que lo lleva. Sartre nunca leía la L’Humanité, buscaba cada día L’Unitá; le hubiera gustado no acabar de maoísta cazalloso, sino de comunista italiano. Rajoy no mira más que el Marca y El Faro de Vigo. Se reconoce en sus fetiches y lo han pillado con Marca bajo el brazo. ¿Para qué va a leer cuatro diarios? ¿Dos por masoquismo y dos por narcisismo?

Demasiado sabe que Rubalcaba ha declarado que lo peor de la crisis está por llegar, y que los periódicos aún no se han enterado de que los dos están de acuerdo en salvar la Monarquía, Cataluña y el bipartidismo; cuando no haya mítines se quitarán la camisola de eternos rivales y se pondrán levita del Estado.

La Comisión Europea ha descubierto que España está en la Champions League de los calzongas del soborno. A muchos políticos les está ocurriendo lo que a aquel turista que fue culeado por un gorila; buscó al simio por toda África para matarlo, hasta que lo encontró en la piscina de un hotel leyendo el periódico; entones se hundió al sospechar que no sólo le habían dado por la popa, sino que lo habían publicado.

Rajoy siempre fue un forofo del ciclismo y del fútbol. Se sabía las alineaciones de Primera División, incluía la del Elche. «Si en el instituto –según su biógrafo Graciano Palomo– se planteaba una discusión sobre deportes, se le consultaba como a un Larousse». La imagen del Marca debajo del brazo es un gesto simbólico, comunica de manera directa. Óscar Campillo, biógrafo de ZP y director del deportivo, lo ve como un gesto de naturalidad.

El diario une a toda clase de gente, católicos e islamistas, derecha e izquierda, ricos y pobres. «El Marca es –me dice– un poco más del Real Madrid, pero llega a todo mundo. Hay una España que se ve en el diario en el momento de esplendor de nuestro deporte». Eso en el deporte; el esplendor y la popularidad de los políticos mengua en los medios, porque casi nunca salen por buenas razones.