Al terminar 2013, uno de los peores años en términos políticos y económicos desde la recuperación de la democracia, conviene hacer balance de los aspectos positivos y negativos de la gestión del Gobierno. No sólo para hacer una valoración de resultados, sino, más importante aún, para saber qué es lo que nos espera en 2014 y si el equipo de Rajoy está en condiciones de resolver los gravísimos problemas aún pendientes.
Lo mejor de este año son los datos que apuntan a la recuperación económica, como evidenció la comparecencia de Rajoy del pasado viernes. Fuentes del Ejecutivo dan por hecho que el cuarto trimestre se cerrará con un crecimiento superior al 0,2% (se apuesta incluso por el 0,3%), lo que consolida el cambio de ciclo iniciado en el tercer trimestre (el PIB creció un 0,1%). Técnicamente, hemos salido de la recesión y todo apunta a que en 2014 la economía crecerá por encima del 1% (el bando optimista gubernamental, con Rajoy a la cabeza, se la juega al 1,2%), tres décimas más (o cinco, según los más alegres) de lo previsto en los Presupuestos.
La «recuperación» anunciada por Rajoy se cimenta en 10 elementos:
1º) Superávit de la balanza por cuenta corriente, basado en un fuerte crecimiento de las exportaciones. La capacidad de financiación supone ya el 1,1% del PIB.
2º) Mejora de la situación financiera. La prima de riesgo se mueve en torno a 230 puntos. Las agencias de calificación han mejorado el rating de la deuda española.
3º) Recuperación de la inversión extranjera. Hasta octubre, entraron en España 23.500 millones de capital extranjero. Además, volvió a España mucho dinero huido durante el año 2012 (se estima que unos 30.000 millones).
4º) Año récord para el turismo. El aumento de entrada de visitantes se sitúa en el 5%, y es probable que 2013 acabe con casi 60 millones.
5º) Ligera mejora del consumo. Las ventas de coches han subido un 2,1% y las venta de viviendas se han incrementado en un 0,7%. Sin embargo, el consumo al por menor, que aumentó en septiembre, volvió a caer en octubre.
6º) La Bolsa se ha recuperado y el Ibex ha aumentado su capitalización en más de 100.000 millones desde enero.
7º) Han desaparecido las dudas sobre nuestros bancos que, con toda seguridad, superarán el test de estrés que llevará a cabo el supervisor único en 2014.
8º) Este año se cumplirá el objetivo de déficit del 6,5% del PIB.
9º) Mecanismos como el pago a proveedores (más de 41.000 millones) y el Fondo de Liquidez Autonómica (36.400 millones), han evitado el cierre de empresas y el colapso de varias comunidades.
10º) La recaudación tributaria ha aumentado hasta noviembre un 3,7%, aunque sigue siendo muy baja en relación al PIB.
Todos estos elementos –reales, eso sí– sirvieron a Rajoy para sacar pecho en un momento en el que los ciudadanos todavía no ven la salida del túnel. Es más, la suma de todos estos factores tendrá una mínima incidencia en el paro, que en 2014 todavía se situará en torno al 25%.
Sin embargo, en 2013 los españoles han percibido un notable aumento de la corrupción. Los escándalos de Bárcenas, de los ERE y los cursos de formación han afectado de lleno al principal partido del país y al primer sindicato, ligado además al primer partido de la oposición.
En un marco de grandes dificultades, la ejemplaridad (a la que hizo mención el Rey en su discurso de Navidad) ha brillado por su ausencia. La imagen que se tiene de los políticos y los sindicalistas es que se aprovechan de su situación para vivir mejor o para enriquecerse groseramente (caso del ex tesorero del PP).
El PP ha aparcado la agenda regeneracionista en aras de la recuperación económica y el PSOE, que aún no ha resuelto su problema de liderazgo, no aparece ante los ciudadanos como un recambio creíble.
Es por esa razón por la que tanto PP como PSOE esperan un gran descalabro electoral en la cita europea del mes de mayo.
Pensar que los votantes sólo van a valorar la mejora de los datos macroeconómicos a la hora de ir a las urnas es un tanto arriesgado. Sobre todo, cuando incluso sobre la recuperación pesan aún enormes dudas. Bruselas, el BCE y el equipo económico español miran con bastante preocupación la evolución de Francia. Hollande ha fracasado en todas sus reformas, de tal manera que el déficit de Francia se está disparando, el crecimiento permanece ralentizado y las agencias de rating han comenzado a recortar la solvencia de su deuda.
«El estallido de Francia», ése va a ser el mayor problema de 2014, me comentaba una fuente cercana al BCE. No obstante, para España el mayor riesgo para 2014 se llama Cataluña.
Riesgo político, claro, pero también riesgo económico. Cada vez son más los analistas que incluyen ese factor de desestabilización a la hora de hacer sus proyecciones sobre España. ¿Es España un país fiable?... Depende de lo que suceda en Cataluña.
Al haber fijado Artur Mas una fecha para el referéndum (9 de noviembre de 2014), ha puesto el foco en la capacidad que va a tener el Gobierno no sólo para evitar la consulta, sino para convencer a nuestros socios de la UE y, por supuesto, a EEUU y al FMI, de que la aspiración de la independencia es un sentimiento minoritario en Cataluña. «Si CiU y ERC suben mucho en las próximas elecciones autonómicas, sean cuando sean, es evidente que el Gobierno no va a poder eludir el debate sobre la soberanía, y eso va a afectar política y económicamente a la credibilidad de España», señala un ejecutivo de uno de los principales bancos de inversión.
Cerramos el año 2013 con la chapuza de la reforma eléctrica, lo que no mejora precisamente nuestra imagen internacional. Comenzamos 2014 un poco mejor económicamente, pero tenemos por delante el reto de Cataluña, el mayor de nuestra democracia. Ante ese enorme desafío, no basta sólo con decir no.