Botella

43 GRADOS

LA CIUDADANÍA es a veces injusta con los partidos políticos. Pese a lo que piensa bastante gente, los partidos no pueden ser calificados como asociaciones de malhechores. Para serlo, deberían tener como finalidad primordial la comisión de delitos. Y no es el caso.

Sus delitos, empezando por la financiación ilegal o fraudulenta, son consecuencia de necesidades ineludibles, como la continua emisión de propaganda y el pago de sueldos y sobresueldos generosos a sus dirigentes para evitar que emigren al extranjero y agraven la fuga de cerebros. Tienen que delinquir para conseguir sus nobles objetivos: gobernarnos por el bien de todos y que las cosas prescriban (o, en su defecto, que no aparezcan pruebas). Los partidos también hacen cosas buenas. Quiero referirme a una muy concreta: Ana Botella.

Hay bastantes alcaldes penosos. Por no hacer la lista completa, citemos al de Barcelona, Xavier Trias, que luce poco, porque a ver quién luce al lado del inefable Artur Mas, aunque haga lo suyo: impide la filmación de una serie castellana como Isabel, veta la foto de un torero y regala dinero a la Generalitat en cuanto puede, con lo que el contribuyente barcelonés pringa por partida doble. Pero no es gracioso. No creo que nunca le haya animado a nadie el día. Botella, en cambio, es una joya. Y un mérito exclusivo del Partido Popular.

Como a los votantes no se les habría ocurrido colocarla en la alcaldía, el partido se encargó de ello. Agradezcámoslo, no seamos mezquinos. Habrá madrileños que la consideren una catástrofe, y tal vez no vayan errados, pero han de mirar el lado bueno. Incompetentes los hay a montones, igual que corruptos y sobrecogedores. La gracia, sin embargo, constituye un bien escaso. Y esta señora la derrocha. Pocos chistes sobreviven a la repetición con tanta lozanía como aquel del «relaxing cup of café con leche». Acabo de verlo y he vuelto a reírme. Hagan la prueba si quieren, es infalible. Ayer no lo superó, pero casi, con sus afirmaciones sobre el progreso de la humanidad. No quedó claro si la humanidad progresaba gracias al PP, a su ideología (¿cuál? ¿la del programa electoral? ¿la que aplican cuando gobiernan?), a la reforma laboral o gracias a ella misma; en cualquier caso, no me negarán que cualquiera de los supuestos queda chistoso.

Desde que Ana Botella irrumpió en el mundo del espectáculo, Faemino y Cansado parecen más viejos y menos ocurrentes. Que siga, por favor. Botella y el anuncio de las loterías podrían ser nuestro único motivo para sonreír en estas Navidades.