Votos en la nevera
LO QUE HA llevado al presidente Nicolás Maduro a poner a Venezuela en la antesala de un caos previsto y anunciado hasta por algunos de ideólogos de su proyecto es su incapacidad para controlar la inflación desbocada, la torpeza congénita del socialismo a la hora de garantizar los productos básicos para alimentación y el miedo. Un miedo que no calma ni las pistolas a perder las elecciones municipales del ocho diciembre próximo. Para asumir esa crisis y sus metástasis sociales, el hombre cogió el lápiz chino que lleva en la oreja izquierda, con el que tomaba nota en Cuba de los manuales rusos y anotaba los consejos de Hugo Chávez, y sacó sus cuentas. Decidió intervenir con el ejército los negocios de productos electrodomésticos, rebajar los precios y conseguir votantes con refrigeradores y televisores ajenos. Y, al mismo tiempo, tratar de que con ese resorte del consumismo, la gente olvide provisionalmente, en el arrebato de las filas tumultuosas para comprar una batidora, que en la casa no hay ni harina para las arepas.
La orden de bajar los precios y arrasar con los anaqueles de esas tiendas afecta también a los establecimientos de piezas de repuestos de automóviles y a otros sectores del comercio. Estas medidas son un ensayo para el gran golpe radical que prepara Maduro para el momento en el que la Asamblea Nacional –ya está todo previsto y amarrado—apruebe una ley que le permitirá gobernar por decreto y con poderes absolutos. Con los regalos de aparatos domésticos, vendidos a menos del 50% del precio real, el dirigente chavista se propone alcanzar los votos necesarios para los comicios del mes que viene. Tiene el temor de que una derrota ante la oposición reabra la polémica sobre los resultados de las elecciones presidenciales de abril pasado en las que ganó con un margen dudoso y provocaron una campaña de protestas y exigencias para se repitiera el conteo. Si como opinan algunos especialistas, la situación se le va de las manos y el caos sale de su antesala temblorosa, Maduro tiene otra forma de ganar las elecciones porque las suspende. Hay una clamor de última hora que el presidente venezolano también sacó de sus cursos en la Habana y de los apuntes de sus charlas con Chávez. Tiene que ver con la prensa libre de Venezuela: «Yo llamo a un boicot contra estos periódicos en la calle, que el pueblo no los compre».