Deriva soberanista

VA, en efecto, a la deriva y está causando, en Cataluña, dudas y quebrantos. Los catalanes no están todos de acuerdo –no lo han estado nunca– respecto a pertenecer o a haber pertenecido a una historia concreta, a un Gobierno, a una época... Cataluña, no en buenas manos, atraviesa un pasillo peligroso. Toda su historia ha sido vacilante hasta que ella empezó a pisar sin corona, pero con bolsa y vida. Eso la llevó a manos de «ideólogos», historiadores del optimismo y economistas esperanzados por las guerras europeas. La española nos quitó a todos nuestro sitio, y la convalecencia ha sido larga. Lo está siendo, agravada por ambiciosos más que por patriotas. La idea de patria ni se inventa ni se improvisa: es producto de siglos de personalidad, de historia, de proyectos... Si la Convergència diverge y la Unió deja de unir, no prosperará el porvenir. No tengo la menor ambición política; alguna opinión, sí. Cuando en ese campo se pierde la vergüenza, friccionan los partidos, los malos modos como afirmación de independencia (un presidente que no asiste a un acto de la presidenta en funciones del Gobierno)... Sin buenas maneras, quizá en Cataluña lo último que se pierde, todo se imagina rodeado de escombros. Mas es mal gobernante y poco convergente. La ambición personal no representa los deseos comunes. Jamás. Ni una agencia tributaria será nunca un Estado.