Las causas naturales

LA MUERTE de María de Villota es una muerte por causas naturales porque artificialmente, entre otras cosas, a estas alturas ya sólo se muere Fidel Castro. Pero en cualquier caso la noticia trata de satisfacer una urgencia muy propia del periodismo, que es la del por qué. Si no es asesinado o en la cama, en pleno acto, las razones por las que se muera un anciano desconocido me son irrelevantes. Con el joven no me pasa porque quiero tener vigilada la muerte desde todos los ángulos, incluido, naturalmente, el ángulo muerto. También a mí las causas naturales me dejan frío como los cadáveres sin signos externos de violencia, pero antes eso que la hoguera. Hace años apareció un cadáver famoso así en Galicia: jamás se explicó por qué. Uno no puede morir por no tener signos externos de violencia, por más que lo destaque el titular. Me asombró la noticia y le hice seguimiento estrecho, lo cual confirmó mi hipótesis: se murió a los 37 años y no había más vueltas que darle. ¿Puede uno morir a esa edad, ocupar la página de un diario y no saber por qué, estando como estamos muchos sin pasar el Rubicón? Se ve que sí. Suele haber mucha sensiblería y poca cabeza. Si un cadáver se hace público hay que hacerlo público del todo, primero lo principal: por qué es cadáver. No se muere nadie «tras una larga enfermedad», sino mayormente por cáncer: tanta campaña para luego andar tapando muertos. Ni «aparece» nadie muerto en casa porque «no pasaba un buen momento», que ya tiene que ser mala suerte morirse por algo así. Una cosa es la coquetería de no contar tu edad y otra no explicar por qué dejaste de cumplirla. El pueblo gusta de caer en la especulación, el quizá y el podría ser; no hay nada que ponga más cachondo a un señor que una quiniela. Impactado por la muerte de María y emocionante reacción de su familia, que agradeció el año y medio más de vida que tuvo tras el accidente, acabé esquivando condicionales suicidas hasta llegar a la declaración de su hermana, que dijo que el forense atribuyó el fallecimiento a secuelas del accidente. No se puede decir que algo así dé audiencia, estando como estaban muchos preparando una semana de éxito con el «otra de las posibilidades que se baraja». La frase más desgraciada del periodismo: no hay en ella sustantivo bueno.