Parajodas

DE SOBRA SABE el lector que me gusta inventar topónimos concernientes a España. Añadiré uno más a la ya larga lista que desde hace varios años vengo inscribiendo, como si fueran graffitti de protesta, en el fuste de esta columna. El último fue Caconia. El que ahora propongo es Fiscalia. En Rusia, donde he pasado unos días, el tipo de imposición es único, idéntico para los pobres y los ricos, como la justicia exige, y su cuantía es del 13 por ciento. Lo mismito que aquí, donde la presión fiscal, si sumamos todas las gabelas directas e indirectas, puede llegar al 80 por ciento. ¡Hombre! ¡Ni que Lenin estuviese en la Moncloa! ¿Para eso, se preguntarán los millones y millones de personas –bastante más de media España, calculando por lo bajo– que desde el 18 de julio del 36 hasta el 20 de noviembre del 75 jalearon al Caudillo, hemos ganado una guerra? Tienen guasa las metamorfosis de la historia: en Rusia pasan del comunismo al liberalismo y nosotros pasamos del franquismo al comunismo sin por ello renegar del consumismo, que es la única ideología vigente hoy en el mundo. La Merkel, acogotada por la pírrica victoria de las recientes elecciones y constreñida a pactar con las sanguijuelas del partido socialdemócrata, sopesa ahora la posibilidad de subir los impuestos a las grandes fortunas. En Grecia, Francia, Italia y Estados Unidos también barajan la posibilidad de dar ese paso suicida. El mundo occidental, como de costumbre, se bate en retirada, mientras los paraísos fiscales, sabedores de que el exceso de presión impositiva redunda siempre en su beneficio, dan zapatetas de alegría. Yo, de regreso de Moscú, donde la prosperidad se palpa, envidio a Depardieu y paso, entre tristón y burlón, a otro asunto. Caudillo, dije antes, y no era en vano. Una diputada de Izquierda Unida ha armado un alboroto por el uso de ese término en no sé qué telediario de la Uno y en su vesania censora ha exigido que dimita el director de los informativos. Es la tontería de la semana. ¡Pero si todo el mundo lo llamaba así, señora mía! Y Führer a Hitler, y Duce a Mussolini, y Tenno a Hirohito, y Faraón a Ramsés, y César a Julio, y Octavio a Augusto, y Santidad al Papa, y Zar a Pedro el Grande, y Honorable a Pujol, y Lendakari a Urkullu, e Ingenioso Hidalgo a don Quijote, y Fénix de los Ingenios a Lope... ¿Y a usted? ¿Cómo deberíamos llamarla? Mejor me callo, no vaya a ser que exija a Pedro Jota mi expulsión de esta columna.