Saqueo de UGT al dinero de los andaluces

Lo que tenemos delante de los ojos es una trama de estafa al erario público montada por el sindicato UGT que, hasta este momento, se ha limitado a decir que todas la tropelías cometidas, y que este periódico viene describiendo desde hace meses, se debían a una serie de «errores».

Y ahora es el secretario de Comunicación en Andalucía del sindicato el que se ha limitado a decir que ellos no hacen facturas ni albaranes falsos. Y nada más. Ni una explicación mínimamente solvente o digna de consideración. Es un comportamiento propio de quien se siente protegido por más altas instancias y no se ve en la necesidad de decir nada. Pero ya es imposible seguir escurriendo el bulto porque las evidencias son de naturaleza escandalosa.

Es ya imposible ocultar que la UGT andaluza ha venido ordeñando a la Junta para financiarse «por lo privado» mucho más allá de la legalidad y más allá también de lo que reciben de las subvenciones publicas. Es más, da toda la impresión, por no decir que es evidente, que este sistema lleva años practicándose.

Que un sindicato, que en otro tiempo tuvo como objetivo la defensa de los trabajadores, haya distraído el dinero destinado a programas para los desempleados para pagarse cuchipandas en la Feria de Abril, es algo difícil de digerir. Y ahora se sabe que se organizaba un «bote» para sus gastos propios que se detraía del presupuesto de las distintas consejerías de la Junta de Andalucía. Es un escándalo mayúsculo e intolerable, máxime viniendo de quien viene.

Nunca hemos podido conocer las cuentas sindicales, lo cual ya es un motivo de profunda sospecha, especialmente en esta España de las estafas continuadas. Y ahora comprobamos que además saquean el dinero público por la vía del delito. Porque lo que hoy publica EL MUNDO es un delito. Un robo.

Ahora queda por saber qué hace la Junta de Andalucía con todos estos capítulos escandalosos de quien ha sido su apoyo durante los 30 años que el PSOE ha estado gobernando allí. No queremos ni pensar que éste haya sido un sistema machihembrado de común acuerdo entre partido y sindicato. O entre gobierno andaluz y sindicato. Pero, visto el comportamiento de la Junta en los ERE falsos, no es descabellada esta hipótesis, que ojalá se demuestre falsa.

No podría la UGT organizar un tinglado semejante, reservándose «botes» en empresas colaboradoras si no se viviera en Andalucía en un régimen eternizado en el que partido y sindicato consideran, es evidente, que el dinero público es suyo porque suyo es, y será, el poder.

No sólo UGT tiene que dar explicaciones inmediatas. También la Junta ha de reaccionar ante estos datos de una forma contundente o entrará inexorablemente en el saco en el que ya está su sindicato hermano.

victoria.prego@elmundo.es