La mesa

Eduardo Madina, alternativa de la tortilla vasca hasta que la arrebatadora gitana Ana Pastor relanzó a Alfredo Pérez Rubalcaba en La Sexta, ha salido encolerizado a los pasillos del Congreso para comentar: «No hay precedente». Lo decía porque el PP ha vetado las mociones del PSOE e Izquierda Unida para debatir «las mentiras de Mariano Rajoy». Según el diputado, estamos en una Mesa que hace lo que dice el PP.

Yo he pensado lo felices que seríamos sin rey, sin mociones, «sin bigardones con porras de plata, dalmáticas de teatro y panzas doctrinales» (Valle Inclán). Se puede seguir viviendo sin capitán general, casi sin gobierno, con los cardenales mudos porque Francisco los ha dejado afásicos y con un Parlamento casi mudo.

Ese sueño jubiloso de anarquista, que se ha cumplido tantas veces en Italia, era solo una alucinación porque el Rey, al que le deseo suerte, está en la UVI pero Mariano Rajoy sigue blindado en la cabina del Estado, con tanta mayoría parlamentaria que nadie le podrá probar que haya mentido.

Así como Azaña proclamó en el hemiciclo que España había dejado de ser católica, la mayoría de la Cámara, que representa la ética y la voluntad de la nación, podría acordar no sólo el compromiso con la verdad de su líder, sino que podría proclamarlo regente.

Mariano Rajoy parece un actor vacilante que ha olvidado el papel, pero nos está mirando a todos. Responde al tópico del hombre gallego como persona desconfiada, evasiva y suspicaz. Denota fobia a las ruedas de prensa y al Parlamento aunque en la Cámara se defienda bien. Deja que las cosas se arreglen solas, pasa de las críticas, no por languidez pusilánime, como piensan sus enemigos, sino porque ha aprendido a soportar los sapos del desayuno sin alterarse. Su flema galaica y paciencia de relojero tiene ciertos paralelismos con la actitud de Cela. Se quedó con la copla en el Ritz cuando presentó Madera de boj y le escuchó decir a Camilo José: «Gracias al mundo por haberme hostigado y despreciado; todo nutre, lo que no mata reconforta».

Cree que no hay que perseguir a los enemigos porque se hunden solos y, en las cosas políticas, el sosiego es una gran parte de la fortaleza. Su décima musa es el aguante. Tiene un alto concepto de sí mismo y piensa repetir como candidato a las próximas elecciones. Lo ha declarado al Wall Street Journal. Es posible que acierte, que vuelva a ser candidato y gane. Los antiguos augures hacían adivinaciones observando el vuelo de las aves.

Este año han llegado más gaviotas que nunca a las cloacas de Madrid. Cuanta más basura, más gaviotas reidoras y sombrías y, cuando haya elecciones, no votarán las mesas.