Matrimonio a la italiana
Morgan Stanley le dio ayer una alegría al Gobierno con un informe sobre la deuda europea que tituló Viva España. Esta entidad viene mostrándose muy optimista con nuestro país desde antes de las vacaciones. Es un cambio radical respecto de mayo de 2012 cuando –como recordaba ayer Daniel Lacalle, gestor de hedge funds en Londres– esa misma casa publicó The Good, the Bad and the Ugly, un informe en que ponía a caldo a la Unión Europea y desnudaba los problemas de países como España a los que recomendaba enérgicas reformas estructurales y reducciones salariales.
MS definió entonces dos ejes, uno de convergencia/divergencia económica y el otro de unión/fragmentación política. Esto planteaba cuatro escenarios: uno bueno, uno feo y dos intermedios que calificaba de malos, pero no feos. Al primero lo llamó Renacimiento Europeo y apostaba porque la UE instauraría la unión fiscal, haría profundas reformas, reequilibraría su mercado laboral y consolidaría el euro como moneda global de reserva.
El escenario feo lo bautizó Divorcio Europeo y consistía en crecientes tensiones políticas y sociales, fracaso de las reformas y ruptura del euro. Por último, había dos escenarios más: Matrimonio a la italiana, consistente en que se avanzaba en la unión fiscal, pero se mantenían las divergencias y los desequilibrios y eso obligaba a grandes transferencias fiscales entre países; y Tambaleándose, una predicción en la que fracasaba la unión fiscal, pero las reformas tenían éxito y los desequilibrios se mitigaban.
Estos vaticinios rara vez aciertan al cien por cien, pero lo ocurrido desde entonces en Europa se parece mucho al Matrimonio a la italiana, por lo que es difícil entender el exagerado optimismo del informe con un escenario malo. El entusiasmo con España surge, además, por la vía de la comparación con Italia. Se cita como fortalezas de España la mejora de sus exportaciones y la fuerte rebaja de costes laborales, y como gran debilidad de Italia su inestabilidad política (en la que llevan instalados casi un siglo).
Conviene mirar estos parámetros con ojo crítico. La rebaja de costes laborales es real y una caída de tres trimestres no tiene precedentes en España, pero su magnitud está contaminada en términos anuales por la anulación de la paga extra de los funcionarios en 2012 y en los datos que difundió Eurostat el lunes se veía claramente. En cuanto a las exportaciones, España todavía debería incrementar sus ventas de bienes en el exterior unos 30.000 o 40.000 millones para poder equipararnos con la pujanza de los italianos que exportan casi el 25% de su PIB. No cabe duda de que hay indicadores que mejoran, pero mientras el paro en España sea del 26,3% (en Italia es del 12%), poco hay que festejar. john.muller@elmundo.es