Dejad que los niños
Al oír a una criatura de 13 años con la bandera estelada a flor de piel emitir un prejuicio político del nivel de «si los catalanes lo desean tanto, quizás España tendrá que rendirse», uno, hombre de su tiempo al fin y al cabo, responde con un tópico coloquial: «Los niños, ya se sabe, lo que oyen en casa».
No está claro que se ajuste a la realidad. Probablemente son los padres quienes se expresan en términos que copian de sus hijos. Nada hay que alegar mientras la cosa quede en el intercambio familiar; el incesto es un juego que se practica en familia, como el rezo del rosario, pero cuando quienes se manifiestan como adolescentes son los gobernantes el asunto adquiere aires de perversión. Esos niños con la patria estrellada en las mejillas son preocupantes y tienen razón todos los grupos del Congreso que han invocado la protección del menor. Al adjunto de Duran en el Congreso, Pere Macías, le ha parecido muy pedagógico el experimento. Sin duda lo es, aunque lo es más aún la idea de Homs de perseguir a la prensa desafecta.
Dicen los medios no adocenados que unos 50.000 niños catalanes presentan síntomas de desnutrición. ¿Estarán entre ellos los chicos de TV3? No se puede decir nada concluyente. Por lógica, esos niños deberían pertenecer a la Cataluña subvencionada –para los anuncios mejor los más lustrosos–, pero también cabría parafrasear lo de Machado respecto al español: «¿Es hambre? ¿Sueño? ¿Hastío?/ Doctor, ¿tendrá el estómago vacío?».
Vacías parecen las cabezas de sus padres y gobernantes. Mientras, TV3, su cobertura de la Diada, el adoctrinamiento sostenido, unidades móviles y helicópteros para cubrir la Vía Catalana, han costado 900 millones de euros al catalanófobo pueblo español. Es dinero público que el Govern invertirá en propaganda, en vez de enjugar con ellos unos ocho meses de deuda farmacéutica o sobrealimentar a los niños desnutridos. Casi la mitad de los 2.000 millones que el consellerMas-Colell pidió al Estado a finales de julio para pagar a proveedores ya se los han pulido en spots televisivos. ¡Qué tíos! Uno espera que el Gobierno se los descuente todos, que no estamos para tonterías.
No tiene arreglo y en materia de líderes siempre se puede empeorar. Yo seguí con pasión de entomólogo a Juan ‘Josué’ Ibarretxe hasta que las elecciones del 1 de marzo de 2009 lo pusieron en su sitio, es decir, en la oposición: su fuga permanente de la realidad, su ademán visionario, la torpeza política de poner su nombre a su plan independentista, su sordera frente a los no partidarios de su plan. Bueno, pues comparado con ‘Moisés’, Mas era Gladstone.