Cristiano hasta los 33

Cristiano Ronaldo sorprendió este verano con una foto que a sus fans nos pareció una de esas postales que los adolescentes mandan a sus padres cuando están de campamento y pierden la cabeza por la monitora; debió de ser entonces cuando estuvo más lejos de renovar por el Madrid y se echó al flúor para llamar la atención de los jeques. De aquel atuendo exagerado sobrevivieron las gafas de gran formato; unas lentes panorámicas como las que llevaba Gallardón en los 80, en las que si levantabas una patilla en dirección al satélite podía sintonizarse Eurosport. Cristiano apareció ayer con ellas quién sabe si por la presencia amenazadora de unos folios en la mesa, como cuando Guti confesó en Marca que escribía y acto seguido se fue corriendo a Alain Afflelou; también es verdad que si yo tuviese que firmar un contrato así lo haría patrocinado por una óptica y con un perito a cada lado.

Las primeras imágenes de Cristiano como jugador prorrogado llegaron a través de una pantalla que retransmitía lo que ocurría en el despacho de al lado, como si fuese Rajoy. El plasma ha venido a suceder al ojo de la cerradura como medida de transparencia, aunque eso produce un efecto extraño, pues si aparece nieve en la pantalla o no se escucha el audio, uno puede gritar: «¡Pero que alguien abra esa puerta!».

Tras la firma apareció Cristiano, que ocupó la escena y se dispuso a ver un vídeo de homenaje con música de Tina Turner, que es a quien se está pareciendo Pepe con el pelo largo. Sonó The Best mientras CR empezó a meter goles en la pantalla; daba la impresión de que si se abriese la puerta del despacho podía encontrarse a Cristiano en medio del Velodrome tirando una falta. El 7 se contemplaba a sí mismo en un acto sospechoso, pues podía haberse levantado y decir: «Disculpen, esto va a ser muy vergonzoso para mí», pero aguantó semejante vídeo relamiéndose como un gato. A ver si va a ser verdad que tiene un poco de ego.

Florentino, al lado de esas gafas tan grandes, parecía Mayra Gómez Kemp. Cada vez que Cristiano se las sacaba, el presidente del Madrid volvía a su dimensión natural, pero los fotógrafos pidieron a CR que se las pusiese para la foto final, con todos los directivos posando, y hasta Fefé tuvo un aire a Lydia Bosch. La renovación del jugador colapsa un debate recurrente desde que el jugador expresó su tristeza en la zona mixta, concepto éste, el de la zona mixta, que soporta varios estados de ánimo al mismo tiempo, como una especie de diván. Sobre su tristeza Cristiano entonó el mea culpa. Dijo que no debió decirlo, que es humano y que comete errores. Siguió con el cilicio hasta que su rostro se contrajo en un rictus de pesar: «¿Veis?, ya estoy triste otra vez, hijos de puta». Casi hubo que entrar al despacho a firmar otro aumento.

Mendes, el arquitecto de la perpetuación de la especie en el Madrid, siguió el acto en un discretísimo primer plano. De Florentino se dice que anda con servilletas en los bolsillos como Machado llevaba ceniza en el gabán; Mendes, además de la carrocería de lujo que tiene colocada, va por ahí con un ramillete de jugadores encima. Si le saludas puedes irte para casa sin vaqueros pero con un crack mozambiqueño de la mano. Fue visto una hora después palpándose la chaqueta para pagar en un restaurante, y en lugar de la tarjeta sacó un defensa blandito en el corte, acaso porque el centollo no era de temporada.