Diada: el pogromo

Con el apoyo de Guardiola caminando sobre las zapatillas de Risto Mejide que llevan la estelada en sus laterales, cientos de miles de catalanes hacen hoy una cadena humana para anunciar la tercera nación ibérica. «Del 30% de independentistas que hay, irá el 20%, o sea el 6% o 7 % de la población que sigue la propaganda totalitaria de TV3», me cuenta una ciudadana de Tarragona. Saldrán a la calle los adictos a los trapos. La mayoría de los catalanes no ven ni posible ni necesaria la independencia de Cataluña. Escribe Esperanza García en El Periódico que en esa Ópera de tres centavos no actuará la estrella de la lírica, Montserrat Caballé. La diva ha declarado: «Durante mi deambular por el mundo he sido catalana universal, pero no he dejado de ser española célebre».

Otros me hablan del motín del té, de la nueva bandera en Europa, del nacimiento de una nación. Me explican: «La Diada será grande y tendrá repercusión internacional». Será la hostia, pero no repicarán las campanas porque el brazo religioso no cree en la marcha del pueblo prometido. No hay maná.

Hay que comprobar si hay coacciones a los ciudadanos que quieren seguir siendo españoles, si insultan, pegan o acorralan a alguien, si se observan maneras de pogromo; cualquier pulsión vengativa confirmaría que el nacionalismo sigue siendo la vía más corta para llegar al fascismo. Y también hay que recordar a los de aquí que los catalanes ya no son aquellos «aguiluchos» convertidos en «polacos», viruela de la Monarquía, ladrones a tres manos, chulos de la vieja ramera de la Rambla, sino unos ciudadanos sitiados por la crisis, a los que les han dicho los políticos mentirosos que los ladrones somos nosotros.

Tampoco es verdad que celebren sólo una derrota. Evocan además la ejecución de sus primeros rebeldes, la destrucción de sus instituciones, la clausura de la universidad, la persecución del idioma.

La idea es una imagen que se pinta en el cerebro, incluso el patriotismo es un reflejo del paisaje, el clima, la geografía, las canciones y hasta la butifarra. Pero pasar de la abstracción a la concreción en esto de la independencia es costosísimo. ¿Cómo se hace ahora una independencia? ¿Con una insurrección? Cataluña, la puerta pirenaica, no puede dar este portazo a la razón europea; por eso Mas busca un acuerdo con Junqueras para redactar un texto que no choque con la Constitución, lo cual es imposible.

Aquí resulta muy ofensivo ver a los ladrones y evasores envueltos en la farfolla de la patria. Muchos de los patriotas de paraísos fiscales son sucesores de las familias que hacían colectas que Cambó entregaba a Franco para bombardear Barcelona.