Dolores y el cuñado

«No se puede buscar lógica en este enloquecimiento. Parece que Bárcenas quiere matar a Dolores y tú te lo pasas en grande disparando a las lámparas». Me hace este resumen una mujer muy cercana al presidente y entonces recuerdo que una de las primeras cosas que ha de aprender un político es a soportar el odio de sus compañeros de partido y a esquivar sus cuchilladas. Cospedal ha sido la imagen que pisa la cabeza de la bestia aterradora mientras Soraya era la purísima concepción, sin romperse ni mancharse en el caso.

Pero llegó septiembre y no sólo Rubalcaba le recuerda a la Cospedal que por mentir en un juzgado puedes ir a la cárcel, sino que la vieja guardia la machaca por su gestión en la indemnización fraccionada. La secretaria general negoció el finiquito, según EL MUNDO, que ve contradicciones entre las declaraciones de Arenas y de Cospedal. Una fuente cercana a ésta me dice a las 5.37 de la tarde: «La actitud de EL MUNDO con María Dolores es excesiva e inexplicable. ¿Está detrás Arenas u otros? Están machacando a la única que se enfrentó a Bárcenas sin escabullirse nunca. No negoció el finiquito, se enteró a posteriori». Le sugiero a mi fuente que puede estar el jefe. «No, el jefe no, porque reconoció en el Parlamento que se había negociado».

Como novela policiaca, el caso Bárcenas carece de rigor racional; es de derechas, no de izquierdas, no responde al canon del género, no intenta salvar la ley en una época de corrupción. El relato tiene menos personalidad que un vaso de papel, que diría Marlowe, aunque sí cumple uno de los mandatos del suspense: las trampas mejor hechas son las que se hacen a sí mismos los personajes sobornados. «Los dirigentes del PP ya no son creídos ni cuando dicen la verdad», me explica uno de los amigos más firmes del preso. «Lo apostaron todo a la nulidad y vamos a ver si les sale en diciembre».

Pero qué pasa con los cheques, recibís, vídeos y visitantes grabados. ¿Se han triturado los libros de visitas? Tendrá que explicarlo al juez Antonio de la Fuente, 58 años, casado con una hermana de Bárcenas. Era el jefe de seguridad de Génova, 13; está de baja por depresión.

Ahora, como diría Cioran, el paso de la lógica a la epilepsia se ha consumado. Me dice mi confidente favorito: «Los discos duros están sobados, borrados y vueltos a recuperar por Luis. Luego fue la liebre trampa para despistar a los galgos. El PP picó». Pero ¿no había en los discos duros vídeos con maletines y empresarios entrando por el garaje como si fueran a quilar?