La noches de luna llena

Hay que ver la excitación que ha provocado el plenilunio del martes en las redes sociales donde, ante mi gran sorpresa, fue tema du jour y fotografiado ad nauseam. ¿Seremos todos lobizones y no lo sabemos? ¿Llevaremos dentro un lobo que pugna por salir y aullarle a la luna como los héroes de las novelitas o series de televisión para adolescentes que están tan de moda?

En el pasado no le hacía mucho caso al plenilunio, a menos que estuviese paseando por el campo. O en Atenas donde se puede visitar la Acrópolis en noches de luna llena. Lo relacionaba más con operetas interpretadas por Nelson Eddy y Jeanette MacDonald tipo New Moon y no comprendía el éxito de canciones como Ayer hablé con la Luna, Blue Moon, Luna lunera Cascabelera, Au clair de la Lune y muchas más, sin olvidar esa Luna de Benidorm a la que le cantaba Mona Bell. Y eso que escribí dos años en la icónica revista La Luna de Madrid.

Pero esta vez alertado por una multitud de tuiteros, sobre todo por el chefQuique Dacosta del restaurante epónimo de Denia cuyo menú lleva por título Made in the Moon y que colgó varias instantáneas, decidí rendirle pleitesía a la diosa Selene. Para empezar hice lo que recomiendan todos los especialistas en el tema: después de lavarlos con sal, saqué todos mis cuarzos a la terraza para que la luna los cargase. De paso también lo hice con mis pulseras de piedras duras de Candelas Sastre, empezando por una de ojo de tigre que protege a todo el que la lleva de la envidia, algo muy importante en estos días. Marta Robles no se quita la suya desde que obtuvo el Premio Fernando Lara por su novela Luisa y los espejos, hace unos meses. Si algún día gano la lotería prometo regalárselas a todos mis amigos.

Dicen que todo cambia con la luna llena. Esperemos que sea verdad y se enderece este verano que ha sido tan horribilis y tan aburrido que uno siente añoranza por aquellos en que todo se paralizaba durante el mes de agosto como por arte de magia y no ocurría nada especial más que los dos posados en las escaleras y jardines de Marivent. Y los de esa eterna ninfa constante Ana García Obregón en biquini que este año ha sido de lo más soso. O cuando Doña Letizia se prodigaba más en Mallorca y sus modelazos en el Náutico nos daban material para columnas como esta.