Un país serio

LA ZARZUELA ramplona en la que ha degenerado el Gobierno del PP llevó al presidente a decir que España es un país serio. Es lo último que esperábamos escuchar ayer. El hallazgo generó un desconcierto monumental en la redacción y hubo quien pidió un análisis de estupefacientes para Rajoy, que parecía contestar a las preguntas previamente trampeadas de la rueda de prensa como si hubiera pasado la mañana lamiendo tripis y escuchando con furia a Frank Zappa.

La condición de zombi de nuestro Registrador de la Propiedad en excedencia es un ejemplo de la torpe brujería funeraria con la que maneja la mecánica del Estado. A Rajoy, que empieza a ser un cruce de alfombra enrollada y de Pantera Rosa, lo ha incapacitado su silencio, ese carenado tan vulgar de huidas y escaqueos con el que se protege desde que cayó en La Moncloa. Un presidente al vaivén de un mangante chulesco y compulsivo como Bárcenas es un sujeto desahuciado de su propia condición. La verdad hacia fuera de un presunto delincuente está alumbrando la culpa hacia dentro de un jefe de tribu al que se le ha descojonado el tingladillo por una viciosa cetrería de sobres y chanchullos donde parece que también tocó pelo.

La derecha está sosteniendo a su muerto en pie. Y ya vale hasta Carlos Floriano para intentar detener la inevitable demolición. En un país civilizado, Floriano estaría en casa atendido por un trabajador social y armando crucifijos con pinzas como ejercicio de superación. Vamos enfilando el caos al vaivén de un equipo de hombres terciados que nos está haciendo perder un tiempo crucial. Una reata de cuatrerillos que ha dejado crecer su gran mentira y todos mienten ya sin más grandeza que su mísera pequeñez.

Esto no es un país serio, sino un terruño secuestrado por el engendro, la mediocridad política, el apaño, la mala fe y la codicia. El espectáculo presidencial es tan lamentable y chapucero que si este verano el turismo crece será porque un pifostio así es de no perdérselo en vivo. Desde Europa deben mirarnos con un estupor que ya es ternura, como quien visita un zoo. Se han dado cuenta de que Rajoy está sobreviviendo en falso como hombre y sobreviviéndose mal como fiambre político. Faltaba la antología de mensajitos para enfatizar su liquidación. Llegó sin programa y ya está sin palabra. Un país serio. Ya ven.