EMILIO LLEDÓ

Teatro de Cámara Cervantes: el surco del tiempo en ‘El Banquete’ de Platón

Mi querido profesor…

A nadie le he oído hablar con tanta profundidad de Platón como a usted. Es un recreo escucharle en la Academia cuando abandonamos venturosamente las exigencias lexicográficas y algunos podemos disfrutar así de la sabiduría de un catedrático que lee a Aristóteles en griego sin la distorsión de las traducciones. Como en su tiempo Ortega y Gasset, hoy el intelectual indiscutido en España es usted. Desde Filosofía y lenguaje hasta el Elogio de la infelicidad su obra enciende e ilumina sobre todo a las nuevas generaciones. Gadamer o Heidegger se sentirían orgullosos de la dimensión que ha alcanzado en España y en América la obra de su amigo. Su Introducción al pensamiento de Platón y Aristóteles, donde se ahílan tantos saberes, me ha suscitado estas líneas.

Porque Sonia Sebastián, directora sagaz del Teatro de Cámara Cervantes, ha puesto en escena El Banquete, noche de borrachera filosófica, en la sede de la Sociedad Cervantina, es decir, en la imprenta de Juan de la Cuesta, donde se imprimió la primera edición del Quijote. Cinco autores han teatralizado con rigor y sobriedad a Platón. Sergio Martínez Vila ha escrito el discurso de Sócrates sobre el amor; Elena Lomba, el de Fedro, surco del tiempo sembrado, querido profesor, en una de sus obras clave; Alberto Conejero,Ana Rodríguez Costa y María Velasco, por su parte, mantuvieron su pulso con Platón en los discursos de Alcibíades, Aristófanes y Agatón.

Bajo una dirección espléndida, este teatro alternativo ha contado con un intérprete de excepción: Miguel Insua en el papel de Sócrates, el hijo de Sofronisco y Fainarate, el esposo de Xantipa, el corruptor de jovencitos, el que inventó con la mayéutica el periodismo de investigación. Aarón Lobato, Carlos Lorenzo, Natalie Pinot y Julio Rojas defienden bien sus personajes. La actriz china Chiu Huichi estuvo espléndida y rivalizó con el encanto y la calidad a la guitarra de Teresa Bangsgaard, todo un descubrimiento. Por su parte Lidia Toja pintó cara al público un cuadro de gran tamaño durante la representación.

Aristófanes habló del origen del amor, en el aperitivo del banquete, y sobre todo de la androginia y el anhelo de la plenitud perdida; el primer plato correspondió a Fedro y el amor como valor divino; el segundo plato a Agatón, sobre eros y la belleza; el postre alcanzó la máxima expresión teatral con el discurso de Sócrates, maestro de Platón, en la voz y el ademán de Miguel Insua; y durante el café, Alcibíades clavó su aguijón más ávido. Finalmente, la copa de licor fue el chupito de cicuta sorbido por un Sócrates expectante que muere ante los espectadores.

Le escribo estas líneas, admirado profesor Lledó, porque seguramente, si acude a la Sociedad Cervantina, disfrutará con este ensayo teatral en torno a Platón. Se representa en la imprenta que presenció los padecimientos de Cervantes para sacar adelante con dignidad la impresión liminar del Quijote.

MARÍA DOLORES DE COSPEDAL

No es suficiente que des tú la cara. Rajoy debe hacerlo también

Querida presidenta…

No es suficiente. Génova arde por los cuatro costados, y si el Partido Popular permanece deslumbrado por el esplendor del incendio, la factura en las urnas puede resultar acongojante. Bien está que afrontes la situación, que des la cara, que vayas a declarar si fuera procedente ante el juez Ruz. Eres un águila de la política. «Toda la vida he soñado con una mujer como tú con la esperanza de no encontrarla», escribió Alvite. Pero ahí estás, aunque en este momento no basta lo que tú digas. Mariano Rajoy debe enviar su política inconsútil al zaquizamí de la historia, levantarse de la silla curul monclovita y acudir al Congreso de los Diputados para aclarar el escándalo Bárcenas y otros cansancios. Lo de menos son los sobresueldos. Gastos de representación se pagan en muchas empresas, si bien el sobrecogedor tiene la obligación de declarar el dinero recibido a Hacienda. Lo de más, lo verdaderamente grave, es que se haya producido financiación irregular del Partido Popular. Eso es lo que hay que aclarar de forma inequívoca, sobre todo, si mañana Luis Bárcenas confirma ante el juez lo que Pedro J. Ramírez recogió en un artículo caviable.

La política del avestruz, tan querida por los rumiantes de la madriguera de Moncloa, el no ver nada, no oír nada, no decir nada de los tres monos de Nikko, es ya imposible. El escándalo Bárcenas, haya mentido o no el extesorero, ha adquirido dimensión nacional y Mariano Rajoy, si no quiere quedarse sonaca, si desea evitar el descarrilamiento, está en la obligación política y moral de enfrentarse con la situación.

Herman Tertsch ha advertido la gravedad del problema y ha escrito lúcidamente que «en la situación de emergencia de España, cuando a duras penas comienza a estabilizarse un poco algo», todo «puede hundirse definitivamente» si no se camina con pies de plomo. «Rajoy –añade Tertsch– bunquerizado y bien servido de soberbia, comete errores indescriptibles. Pero el mayor, pese a lo que digan su nefasto Arriola y demás, es esconderse, en vez de salir…».

Si la fogata encendida por Luis Bárcenas obligara a convocar elecciones generales, el PP las ganaría pero no podría gobernar. Con lo que revelan hoy las encuestas, tendríamos un Frente Popular ampliado que colmaría de incertidumbres y zozobras el futuro de España.

JOSÉ ANTONIO DURAN LLEIDA

«ERC no tiene ni puta idea de lo que significa gobernar»

Querido presidente de Uniò Democrática…

A la inmensa mayoría de los comentaristas de periódicos impresos, hablados, audiovisuales y digitales les cayó muy bien lo que afirmaste ante dos centenares de miembros de tu partido: «ERC no tiene ni puta idea de lo que significa gobernar». Eres el mejor orador entre los parlamentarios españoles y, además, un político que se distingue por el equilibrio, la mesura y la moderación. Son muchos los que confían en ti para que CiU abandone la carrera loca emprendida por Arturo Mas. Vuestra coalición debe retomar cuanto antes la senda constitucional. La coyunda entre CiU y ERC es algo que rechina. La política suele encamar a gentes de muy distinto pelaje pero en este caso se han cruzado todos los límites. Solo el fracaso de Arturo Mas, que pensó alcanzar los 80 escaños y se quedó en 50, explica su borrachera de política soberanista con la que trata de eludir el recuerdo de la dimisión que debió acompañar a su fracaso electoral. Oriol Junqueras, con su carita de cura preconciliar, con su sonrisa indefinible y un poco cabrona, se está quedando no sé si con el santo pero sí con la limosna.

Para colmo, mi querido Duran Lleida, esa maniobra cerril del derecho a decidir se ha convertido para muchos en un negociete con suculentos dineros públicos a repartir. En plena crisis económica, con deudas escalofriantes, el Gobierno de la Generalidad ha repartido ya, entre pintorescos grupos y asociaciones, más de 64 millones de euros para estimular la secesión. Además se ha premiado a UGT con el obsequio de 2.814.357 euros y a CCOO con 2.317.195. Un escándalo, sí, para las centrales sindicales, que se han convertido en un negocio, y también para la Generalidad que está comprando descaradamente apoyos a favor de la vaguedad insostenible del derecho a decidir.

Porque, querido Duran Lleida, ¿qué es eso del derecho a decidir? ¿Tienen derecho los gaditanos a decidir que Cádiz no pertenece a Andalucía, al-Àndalus norte, sino que forma parte de al-Àndalus sur, integrándose en Marruecos? ¿Tiene derecho la provincia de Álava a decidir que no forma parte del País Vasco? ¿Lo tienen los tarraconenses a decidir la secesión de Tarragona del resto de Cataluña? ¿Tiene Cartagena el derecho a decidir que es una nación independiente como Andorra o San Marino?

Sobre cualquier territorio de España, tras cinco siglos de Historia unida, el derecho a decidir corresponde a todos los españoles, cumpliendo el procedimiento desarrollado en el artículo 168 de la Constitución que fue aprobado, por cierto, de forma abrumadoramente mayoritaria por la voluntad general libremente expresada de los catalanes en 1978.

Son muchos los que piensan que mantener la estabilidad de España con beneficio para todos depende en parte considerable de tu actitud, del buen sentido que has demostrado y de tu dilatada experiencia política. Ciertamente el Gobierno del Estado no debe hacer de separador con su política a veces tan afanosa y espesa sino facilitar tu acción para embridar a los secesionistas.