Llama el fiscal

Se están achicharrando. Colaboradores de María Dolores de Cospedal culpan a Gallardón de que Anticorrupción haya propuesto a Ruz que cite a la secretaria general a declarar en el caso Bárcenas sobre las donaciones anónimas. Fuentes de toda solvencia me han comunicado que Torres-Dulce llamó ayer a María Dolores para disculparse y contarle cómo se ha desarrollado el procedimiento. Dolores está tranquila: contará lo que sepa. Cuando entró en la dirección ya no se autorizaban las donaciones anónimas. Mientras se acuchillan, Rajoy sigue la táctica de Talleyrand: nada es más irritable que un hombre que mantiene su serenidad mientras otros la pierden. Adopta una pose aburrida, pero algunos de los suyos hablan de emergencia nacional.

Algunos juristas se preguntan cómo es posible que se haya entrullado a un ciudadano por una alusión en el pendrive de Correa (LC). Quieren una hoguera para el tesorero; pero se preguntan por qué le acusan de cohecho a él y no a cargos que cobraron en negro o empresarios-piraña que sobornaron a políticos.

¿Un pendrive, una entrevista y un papel han provocado una emergencia nacional? Me informan: está en marcha el Pacto de la Gran Tijera para tapar los tres escándalos mayores: ERE, Bárcenas y Urdangarin. Griñán se va, la nueva dirigente provocará elecciones adelantadas en Andalucía y romperá el pacto con IU. Llamo a Cayo Lara. «Cometerían –dice– un error si reventaran el acuerdo de Andalucía. No hay emergencia, sino peligros para la democracia. En cuanto a la independencia de Cataluña, sus partidarios no tienen mayoría. Quieren reforzar el bipartidismo para tranquilizar a los acreedores».

Al jefe de la guardia pretoriana, cuñado de Bárcenas, lo han enviado a casa. Sigue el conflicto entre la vieja guardia y la nueva, entre el poder parlamentario y el poder territorial. Hablo con alguien de la cúpula. «¿Sigue la lucha de damas?». Responde: «Hay que apagar esa lucha. La batalla se está desarrollando en la opinión pública. El partido y el Gobierno tienen que enfrentarse a la situación. Si cae el Gobierno con un PSOE destrozado se proclamaría la independencia de Cataluña con el peligro de la caída de la Monarquía». Pregunto: «¿Por qué el Gobierno no da una explicación racional de lo ocurrido?». Contesta: «Es difícil demostrar la inocencia». Comento: «¿La inocencia o los malos hábitos?». Resume: «Las dos cosas». ¿Confíamos en los jueces? Cayo me convence de que no es cierta aquella opinión de los griegos según la cual las leyes son telas de araña, detienen al débil y son desechadas por el fuerte y poderoso. «No, no –dice Cayo– los jueces están resistiendo».