El pisotón

Anteanoche a las 11 me llamó Pedro J. para decirme que iba a publicar las cuatro horas de conversación con Luis Bárcenas. «Quiero que lo sepas antes y te agradezco que hayas abierto el camino de la exclusiva». Estas cortesías no se estilaban antes cuando el periodismo no era un oficio de caballeros, cuando aún al scoop se le llamaba pisotón y los reporteros eran capaces de meter fichas en el teléfono de la catástrofe para que los otros no pudieran comunicarse con la redacción.

He estado en muchos diarios y he visto compañeros que competían a muerte por la cover story; me faltaba ver que fuera el propio director, que como el capitán en el barco es el que te pueda colgar, el que compitiera con la tripulación por las exclusivas. El pisotón de ayer es la prueba de que en su agonía la gloriosa prensa de papel morirá por la verdad. Los de Génova farfullaban entre el humeante café: la mayoría de las cosas de las que nos acusan son irrelevantes penalmente o han prescrito, es una chorrada eso de que Mariano acaba con Bárcenas o Bárcenas acabará con Mariano, historietas de periodistas. Pero como me cuenta alguien desde primera línea en Génova hay constantes replicas sísmicas. «Le han puesto a la foto de Aznar y Mariano mirándose el siguiente pie: ¿Por qué no lo explicamos?».

Éramos uno, dos, hasta cinco los que habíamos oído decir a Bárcenas que durante 20 años las empresas más grandes del país (aún no han sido llamadas a declarar) endiñaron inmensas cantidades de viruta en negrísimo para sobresueldos y gastos electorales. Hemos visto recibís, facturas de trajes, dantes y tomantes, chóferes y artistas, áulicos y mordidas, astillas y sobres, y nos han convencido de que el que más trincaba era el tesorero, porque era el único que cobraba en blanco. Sabíamos que un enorme flujo de jurdó en B ha comprado hasta el hisopo de las bodas y bautizos, pero el que ha conseguido que lo contara, rompiendo el off the record, a los que nos sometía el tesorero, ha sido Pedro J. Le ha hecho cantar antes de que se lo llevaran a la Sierra de la Cuerda Larga.

Bárcenas es ya casi kie en los pasillos interminables, recibe cartas pidiéndole que dé a la carraca una celda de 10 metros sin puerta para el jiñadero. Hasta ahora sus dos enemigos son María Dolores de Cospedal y Alberto Ruiz-Gallardón. De la Cospedal dijo en 2009: «es una retrasada mental», puso a parir a Trillo: «Si hay cojones que me cesen», decía. No hubo cojones, pero lo encerraron en una jaula mientras cantaban las cigarras de Rascafría. ¿Qué espera para decirle a Ruz lo mismo que ha contado a cinco periodistas?