Primeras reacciones

HAN SALIDO los primeros presos de permiso de Soto del Real desde el ingreso de Bárcenas y han hecho lo que los expulsados de Gran Hermano: salir en televisión para hablar de lo que está pasando en la casa y sugerir quiénes deben ser los siguientes nominados. A su juicio, uno de ellos, como premio, tiene que ser Bárcenas, a quien retratan como «héroe», pues el extesorero entró presentándose con educación. Se disipa así la última esperanza de redención literaria de Bárcenas, a quienes algunos, aún esperanzados, imaginábamos como Feech LaMatta, que llegó el primer día al comedor preguntando a gritos «quién es el negro más grande y más gilipollas de este sitio» para ir allí, decirle «qué mierdas estás mirando» y tumbarlo de una patada en los huevos. Bárcenas, sin embargo, entró en la cárcel extendiendo la mano y diciendo «soy Luis Bárcenas». Bien mirado, tuvo mucho más valor que LaMatta. Y el efecto, por lo visto, fue similar.

Las de estos expresidiarios son las primeras reacciones oficiales de quienes han estado en contacto en los últimos treinta años con Luis Bárcenas. Han necesitado unas horas para salir a hablar de él y hacerse, incluso, una composición de lugar. En un momento dado habría que valorar prestarles unos escaños del Congreso, concretamente en la bancada azul, y dejar así que por una sesión sean ellos los que refieran su relación con Bárcenas, aunque sólo sea para ver cómo suena. Al fin y al cabo sus declaraciones no serían muy diferentes a las que podrían pronunciarse allí años antes en caso de tener que dar explicaciones: «Tiene ropa, tiene dinero, tiene de todo, muy buena gente». Y como el preso en La Sexta, que sacó un pantalón corto regalado por Bárcenas para enseñarlo a las cámaras (a saber si su origen fue una donación anónima), también podrían algunas de sus señorías enseñar los regalos que Bárcenas les daba en su despacho para atestiguar que, como dicen quienes lo tratan dentro, «es un tío majísimo».

El PP, sin embargo, prefiere delegar en la población penitenciaria; su reacción al encarcelamiento ha sido un escrito tan corto en caracteres que no se llegaba a saber si estaba escrito de izquierda a derecha. Su nombre, de tanto no pronunciarlo, ha terminado siendo lengua muerta; se evitan incluso, por los lectores de labios, rimas asonantes. A ver si los primeros en salir del PP, aunque sea de permiso, aclaran algo.