La juventud de John Fante

DECADENCIAS

Su hijo Dan, que también es escritor, ha contado que los años finales de su padre fueron amargos, en parte por la enfermedad (una avanzada diabetes), pero también, aunque no le faltaba de nada, por la profunda sensación de fracaso. John Fante (1909-1983) había querido ser escritor pero se había quemado en el empeño. Más tarde triunfó como guionista y hasta como muy ocasional actor en Hollywood, pero él le quitaba valor a todo ello: los guiones no son literatura. Fante era hijo de emigrantes italianos que (aunque norteamericanos) tenían muy clara su procedencia. Eran católicos, educaban a sus hijos como católicos y eran pobres. El padre de Fante –un tipo bronco– trabajaba como albañil en Denver, donde nacieron sus hijos.

Ser italoamericano, católico y pobre marcó la juventud y casi la vida toda de John Fante. Y los cuentos –en realidad diríamos que prácticamente una novela en cuentos, porque todos se relacionan– de El vino de la juventud, que acaba de editar Anagrama, narran precisamente eso: la infancia y juventud del Fante pobre (siempre con álter egos) entre las broncas familiares, el viejo catolicismo –para los otros una antigualla papista– y el deseo de ser y de olvidar lo italiano, que no le llamen spaghetini.

En el conjunto están algunos de los primeros relatos serios de Fante, como Monaguillo, que intentó publicar en los primeros 30. Pero es así, unidos, como estos relatos cobran cuerpo y altura y nos dejan ver al gran escritor realista que Fante fue. Si no me equivoco, Fante no vio estos cuentos reunidos (algunos estaban publicados en revistas) porque la primera edición en inglés es de 1985. Valen la pena. Ningún lector de Fante quedará decepcionado, pues no les falta a estos cuentos ni esa estela de lirismo desvaído que tienen los buenos relatos cuando acaban… Pero no estará de más recordar que donde Fante puso toda su energía y talento de escritor (que no era poco) fue en lo que hoy suele llamarse la Cuatrilogía de Arturo Bandini, las novelas que narran su carrera de escritor y su fracaso en Los Ángeles bajo el alias de Bandini. La más nombrada de esas novelas (editadas en español también en Anagrama) es Pregúntale al polvo, publicada con poco éxito en 1939. Da pena ver que un tipo de valor, con alma de luchador y una buena escritura, se deja caer, pero ello es lo que le pasó a Fante –harto de ser italoamericano– para ponerse a redactar guiones. Curiosamente, el éxito póstumo que John Fante ha tenido y tiene se debe a un admirador, probablemente inesperado, Charles Bukowski.

Cuando al «viejo sucio Chinaski» le preguntaban por sus escritores favoritos, nunca dejaba de decir que uno de sus preferidos y del que más había aprendido era John Fante. En aquel momento, alguno de los entrevistadores no sabría de quién hablaba. Pero el mismo editor de Bukowski, Marvin, reeditó a Fante, y esta vez con éxito notable. Eso para que algunos digan si importa o no un buen empujoncito, aunque en este caso levemente tarde. El vino de la juventud es un muy buen libro, lleno de desolación y ternura.