Monarquía nómada

«Hay mucha gente que quiere ser republicana pero no sabe por qué», me dice alguien que sabe cuántos y dónde están los que proclaman que la Monarquía se tambalea y que España necesita una enmienda a la totalidad. Pienso como él que no ha llegado aquel momento en el que Valle le dice al monarca: «Alfonso ten pestaña y ahueca el ala». Don Juan Carlos sabe que nunca le van a pedir que se pire porque hay dos generaciones que le agradecen el coraje democrático en esta farsa de saqueos. El partido más activo en la idea de demoler la Monarquía es IU, precisamente los descendientes del PCE que tuvo el temple de aceptar la corona y la bandera para que no muriera antes de nacer la democracia.

Cayo Lara ha declarado que la Constitución está agonizando y hace falta una nueva. Pide con vídeos y firmas la dimisión de Rajoy, elecciones generales y un periodo constituyente. Me cuenta Antonio Romero (IU) que en Sagunto, precisamente donde el General Martínez Campos trotó con la Restauración, se aprobó una moción de apoyo a la Tercera, votada por cuatro concejales socialistas. Parece que las direcciones del bipartidismo son aún borbónicas pero las bases y los cargos electos de los ayuntamientos juran sobre «esta Constitución que se muere» y se juramentan para abrir un proceso constituyente que logre «la caída de este régimen corrupto para que llegue la alegría».

¿Alegría? ¿Acaso la maciza matrona con gorro frigio, vestida de blanco, subida en un olivo como la Virgen de Fátima, va a dar trabajo a seis millones de españoles y nos va a traer un aval para que paguemos los dos billones de euros?

Me informa un cabecilla que hay muchos republicanos en el partido de la derecha. Cree que estaría por la labor el mismo Aznar: «Claro, con la condición de que él fuera presidente de la República». No lo creo. Ni Aznar, ni Rubalcaba, ni el propio Rey saben si esta Monarquía fue instaurada o restaurada, ni de dónde venimos ni adónde vamos.

Don Juan le avisó a su hijo que la Monarquía tiene que ser nómada. El mismo Juan Carlos nació en el exilio. Cuenta José Luis de Vilallonga que cuando Franco agonizaba, se mantenía a la espera, al lado de Torcuato Fernández Miranda y de pronto dijo: «Lo mismo podemos ver gente que viene a ofrecerme la corona sobre un cojín, que la Guardia Civil con orden de arrestarme».

¿Qué sería en la Europa de hoy una República? Apenas un cambio de protocolo. Entonces los soldaditos de Pavía de verde esmeralda, con faja encarnada, pasaron a ser fritura de bacalao con pimientos, hoy cambiarían el uniforme a los albarderos y los nombres de algunos hospitales.