La deducción de los belgas

La semana pasada se entregó en Madrid el premio Jaime Fernández de Araoz. Este galardón honra la memoria de este joven banquero de inversión, formado en Cunef y fogueado en Citicorp, Lehman Brothers y Banco Santander, que falleció en un accidente con apenas 37 años. Fernández de Araoz era ya un consumado maestro en fusiones y adquisiciones en España, la ocupación soñada por los jóvenes intemediarios financieros que están comenzando en sus trabajos en estos tiempos de crisis.

El premio Fernández Araoz, dedicado a las Finanzas Corporativas y que ya va por su quinta edición, ha ido cobrando una gran reputación gracias al empeño de la familia y de los amigos de Jaime, entre los cuales figura el Príncipe de Asturias, que siempre procura participar en su entrega.

Este año, el jurado concedió el galardón al trabajo de un trío de economistas extranjeros titulado Capital Structure and Taxes: What Happens When You (Also) Subsidize Equity? [Estructura del capital e impuestos: ¿Qué ocurre cuando (también) se subsidia el capital?]. Sus autores son los mexicanos Francisco Pérez-González, Pablo Villanueva y el belga Frédéric Panier. La investigación explora los resultados que produjo en Bélgica la introducción en 2006 de una desgravación fiscal sobre el capital, simétrica con las desgravaciones sobre intereses de la deuda que existen en otros países.

El estudio demuestra hasta qué punto la fiscalidad permite moldear la estructura de capital de las compañías, cuestión que repercute en toda la economía. En el caso español, por ejemplo, aún padecemos el fallo estratégico que supuso estimular sin más la deducción de intereses de la deuda en un momento en que un chorro incontrolado de dinero fluía hacia el país. Eso llevó a muchas compañías a radicar la deuda en España mientras intentaban por todos los medios deslocalizar sus beneficios para optimizar su factura tributaria. El resultado es que las empresas se sumaron a un proceso en el que las familias ya estaban endeudadas hasta el cuello, exacerbándolo.

En el caso belga, debido a una disposición comunitaria, su Gobierno tuvo que aprobar una reforma fiscal en 2006 que creó la Deducción de los Intereses Nocionales. Se trata de un desgravación sobre el capital de la sociedad al que se le aplica un interés ficticio que se calcula cada año. Este tipo se obtiene de la tasa del bono a 10 años. En 2013, era del 3% y para las pymes del 3,5%.

Por ejemplo, si una empresa incrementa su capital con recursos propios, podrá deducirse un 3% o 3,5% de esas cantidades. Se corrige así la incitación fiscal a buscar financiación endeudándose (para quitarse los intereses) en vez de fortalecer el capital propio. El estudio concluye que la nueva deducción logró «nivelar el campo financiero para las empresas», redujo su apalancamiento y el endeudamiento agregado de la economía y mejoró la capitalización de las compañías. Pero quizá lo más importante es, como dicen los autores, «que el estudio pone en evidencia el papel potencial de la política fiscal en la modificación de la distribución de los riesgos» en el capital de una empresa.

john.muller@elmundo.es