Agujeros negros y blanqueados

ÚLTIMAMENTE, al verlo dando tumbos y convertido en su propia caricatura, hay quien dice que Cristóbal Montoro no hubiera llegado a ministro de Hacienda en ningún país occidental desarrollado. No estoy de acuerdo. La paradoja del errático y despótico ministro y la razón última de su esquizofrenia política es que con Aznar alcanzó ese ministerio haciendo una política bastante liberal en un país próspero y con Rajoy lo desempeña –o despeña– haciendo una política intervencionista en un país arruinado. El hábito no hace al monje pero la orden en que profesa es la del presidente. Lo que no sucedería en Washington es que tras cinco días engañando a la opinión pública, Christopher Mountbull dijera que «no está en condiciones de explicar» las irregularidades de orden fiscal, es decir, legal, del caso de las fincas voladoras de la Infanta y siguiera en el cargo. Es posible que en Londres dimitiera para defender con su silencio el honor de su Graciosa Majestad y pudiera volver a la política después; pero en los USA, milagro sería que no entrara en la cárcel y rarísimo que no tardara en salir.

Los sabuesos informativos que siguen la pista de lo que Montoro «no está en condiciones de explicar», o sea, los presuntos delitos que encubrirían los instrumentos de su responsabilidad política –Hacienda y Agencia Tributaria– creen que estamos ante uno caso de blanqueo de dinero a través de una banda de las que funcionaban a todo tren en 2005, formadas por asesores fiscales, oficiales de notaría asilvestrados y registradores sueltos. Tal vez por constarles la existencia de esas bandas anotariadas –aunque a espaldas del notario– tardaron tres días los colegios de estos gremios en negar que fueran «terceros» los que engañaban a la Agencia Tributaria. Yo vislumbro, conjeturo, columbro –si Montoro no está en condiciones de dar explicaciones, es difícil comentarlas– que la clave son los «agujeros negros», esa casta superior que opera al margen de la ley con respaldo de Hacienda. Lo que habrían hecho las huestes montoriles saboteando la instrucción del juez Castro es tratar de blanquear esos agujeros negros ocultando las declaraciones fiscales y patrimoniales de la Infanta. O sea, una especie de amnistía fiscal indefinida para la Familia Real que Montoro no puede explicar sin dimitir.

>Vea el videoblog de Carlos Cuesta La escopeta nacional. Hoy: Los fantasmas atacan a Montoro.