Arbeloa

ARBELOA es un jugador canterano y español, dos circunstancias aleatorias pero sorprendentemente muy valoradas, que estos años ha hecho algo muy mal visto: defender a su entrenador. ¿Se imaginan ustedes que sale uno diciendo que en su empresa manda el jefe y que debemos respetar sus decisiones? No sólo se convertiría en un pelota despreciable, sino que debería ser apartado de la circulación y ser objeto de una campaña muy seria en contra en la que se exaltasen sus defectos, cuando no inventarlos, y se callasen su virtudes.

Arbeloa es el primer español al que quieren despedir de su empresa por no querer sabotearla. Querido y respetado cuando estaba fuera, como todo lo que sale de la órbita del Madrid, su regreso fue una acción sospechosa, pues quien se va del Madrid gana exponencialmente puntos de cariño si además se dedica a destruirlo. El año deportivo de Arbeloa terminó mal, su entrenador –que construía los onces según sus adhesiones, al parecer– lo sentó en el banquillo y él reconoció que la decisión estaba bien tomada; un jugador así merece ser castigado. El que mejor lo entendió fue el periodista García Caridad, que firmó en mayo, con Mourinho en retirada y él buscando las facturas en los cajones, este textito: «No creo que haya que traspasar a Arbeloa, puede ser un buen suplente. Y, además, ya ha debido aprender la lección. Sobre todo este año». Son cosas que si se escriben en el despacho del Bada Bing sonarían más afortunadas, pero que en otro escenario dan muy bien la medida de la expectación creada en el Madrid tras la marcha de Mourinho. Pareciera como si hubiese que entrar en el gallinero a empezar a reclamar purgas en masa no se sabe en nombre de quién. No desde luego del club que detestan.

Arbeloa sigue en la selección porque Del Bosque es un entrenador inteligente que sabe bien qué conviene al grupo. Además de ser un marcador extraordinario, a Arbeloa le gusta ganar. Pocos se han quemado más que él por sus equipos. En el Madrid ha ejercido de capitán con un terrible coste personal y se ha convertido en una suerte de patrimonio del club. O para que lo entiendan sicilianamente García Caridad y aledaños: Arbeloa es uno di noi, cosa nuestra.