Baloncesto interesante, entorno bochornoso

El doble 2-0 con el que los dos equipos más poderosos de la ACB encaran el desplazamiento a la cancha de sus dos inesperados rivales lo dice casi todo sobre el próximo desenlace de las semifinales: nadie ha remontado nunca un 0-2. El desarrollo bien diferente de las dos eliminatorias sí que tiene su interés de cara a presagiar lo que se avecina en la casi inevitable final. Menos interés, porque produce bastante sonrojo, tiene el entorno enrarecido de estos playoffs, con la televisión en el punto de mira.

Por un lado están esas inexplicables disputas sobre derechos cuyo resultado palpable ha sido que en Madrid sólo los abonados a Canal Plus (con RMTV) pudieran ver el partido del sábado, salvo que lo hiciesen por ordenador con Orange Arena. En una gran liga profesional, como la NBA, todos los partidos de semifinales y finales se ven por televisión a escala nacional: interés general. Y luego está la vergonzosa incapacidad de TVE para ofrecernos repeticiones claras de la jugada decisiva del Barcelona-Gran Canaria de ayer: canasta y tiro libre para los de casa a unos segundos del final y 74-72 en el marcador. La grabación muestra que el Barça sacó con 34,2 segundos en el reloj y lanzó con 9,6: habían transcurrido 24,6 segundos y se dio validez al tiro.

Nunca, ni en los tiempos gloriosos, fueron técnicamente buenas las retransmisiones de TVE, con aquellas repeticiones a destiempo que tapaban el juego en vivo. Pero la cosa va a peor, y con un ex árbitro de narrador el más mínimo indicio de cobertura crítica de los trencillas ha desaparecido.

Dicho esto, si alguien tiene alguna posibilidad de desafiar la inexorabilidad de un 0-2, ésos son los hombres del Granca, admirables luchadores, que por arte de encanto parecen haber roto el patrón de juego azulgrana: ya no llegan balones a Ante Tomic en el poste bajo, y en defensa se descubre una inesperada vulnerabilidad a las sencillas pero sin duda vigorosas penetraciones en uno-contra-uno de Ryan Toolson, Brad Newley o Tomás Bellas. Este Barça inane, colgado en exclusiva del acierto del genial Juan Carlos Navarro, es un equipo desconocido.

No está dicho que el Madrid, por su parte, no vaya a perder algún partido en Zaragoza: el equipo aragonés es tan peleón como el Granca y quizá tiene algo más de talento. Pero está cansado y su banquillo no es comparable al de un Madrid que, miren por dónde, se ha rehecho con creces de su batacazo de Londres y, con un estilo que repentinamente se acerca al de la NBA, no sólo corre y ametralla desde lejos, sino que da signos de vida en el juego interior.