De Moscú a Barcelona

EN 1977, Carrillo pactó con Suárez la legalización del PCE a cambio de la lealtad a la Ley –es decir, a la Reforma franquista frente a la ruptura antifranquista- y de dos reconocimientos: el de la Corona y el de la bandera nacional, que desde el siglo XVIII y con todos los regímenes salvo el de la II República, ha sido y es la rojigualda. Nunca se insistirá bastante en que fue la bandera de la I República y que su escudo tradicional es el coronado por el Águila de San Juan de los Reyes Católicos, que incluye las armas de todos los reinos cristianos, el yugo y las flechas, símbolo de Ysabel y Fernando, las columnas de Hércules y el Plus Ultra, símbolo del descubrimiento de América. El escudo actual, feo y dinástico, es menos nacional que el del Águila, que nunca ha sido símbolo de victoria alguna, ni de Franco ni de nadie, sino de San Juan, «El Águila de Patmos».

Que al escudo histórico se le llame preconstitucional, cuando preside la Constitución del 78, jurada y plebiscitada con él, prueba el triunfo del analfabetismo. Y que los comunistas arrinconen la bandera nacional en favor de la tricolor, la de Lerroux, adoptada absurdamente en 1931 y fatalmente asociada a la guerra civil del 36-39, demuestra que del PCE del 77 no queda nada y que sus jefes son torvos indocumentados. Pero en honor del PCE del 68 al 77 –condena de la invasión de Praga, asumir el modelo del PCI– que es el que yo conocí, quiero recordar que si no sufrió para adoptar la bandera nacional en 1977 fue por una razón: porque, sin que sus jefes lo advirtieran y gracias a los jóvenes militantes, había dejado de ser el partido de Moscú y se había convertido en un partido español. Al rechazar Cayo Lara la soberanía del pueblo español y respaldar el separatismo catalán, el PCE vuelve a ser el partido del extranjero. Y ni siquiera el de Moscú: el de Barcelona. Con Stalin, el derecho de autodeterminación fue una forma de trocear estados burgueses para someterlos a la URSS. Pero incluso como proyecto criminal, la III Internacional tenía cierta grandeza. Esto no. Valderas, verdadero amo de IU, quiere unir directamente a Andalucía con Cuba y Venezuela. Y Cayo Lara va y deja de ser agente de la Komintern para convertirse en representante de los Pujol. ¡Qué degeneración!

>Vea el videoblog de Carlos Cuesta La escopeta nacional. Hoy: Bruselas lee al Gobierno el programa del PP