Ícaros abrasados
Se hundió la corrida de Jandilla que salió diezmada, se hundieron los remiendos de Las Ramblas, y con ellos arrastraron a Luque y Jiménez Fortes. Fandi se salvó como atleta olímpico. Es inexacto que, como dicen algunos padres procesales, «quien sólo sabe de toros no sabe de toros». En la vida, una disciplina bien aprendida basta; pero es evidente que la pintura, la escultura y la poesía, por ejemplo, ayudan y dan una visión por lo menos distinta del toreo. En la última exposición de Esperanza D’Ors, Once homenajes, hay una bailaora con peineta y abanico que nos remite a ese mundo de la interacción de las artes. Y que homenajea a Manolo Hugué, como fuente de inspiración de la nieta de don Eugenio D’Ors, la Academia de los 11, los glosari, palpitaciones de la actualidad se los llamó. El arte procede del arte, afirma Esperanza como teórica y estudiosa, filosofía que compartiría su abuelo. Manolo Hugué, sus maternidades, uno de los grandes que, como escultor taurino, es mejor que Benlliure, ni comparación.
Esperanza D’Ors ha dado con la regla de oro del arte moderno, eso que los aficionados reivindicamos para el toreo: vanguardista sin dejar de ser clásico. La Fiesta sólo admite una revolución: el clasicismo. Esperanza D’Ors reconoce sus deudas y sus maestros. Si un día descubriera 11 toreros u 11 aspectos de la Fiesta, como los descubrieron Picasso, Javier Clavo, el propio Hugué y tantos otros, sería un lujo para la Fiesta, pero la escultora y sus homenajes están a años luz de los toros; tiene sus dioses lo mismo que nosotros tenemos nuestros héroes. Leonardo da Vinci podría ser nuestro Gallito por lo apolíneo. Antes de los Homenajes fueron los Ícaros, de alas quemadas por el sol, por intentar subir demasiado arriba, como les ocurre a algunos toreros. Lo que más llama la atención de Esperanza es la frontalidad de sus figuras, de orden egipcio y ceremonial; lo que en toros llamamos enfrontilarse: citar de frente.
Quienes mejor se enfrontilaban en esto del toro eran Manolo Vázquez y Curro Vázquez. No quiero aplicar el término enfrontilar, a la frontalidad de Esperanza D’Ors por no contaminarla de un lenguaje cada vez más degenerado. La degradación del lenguaje responde a la degradación de la Fiesta. Condolencias a Luque y a Jiménez Fortes: dos Ícaros abrasados por el sol de Las Ventas. En otras plazas les irá mejor.