Lo contrario

HE SIDO fundador, y presidido, una asociación de amistad hispanoárabe. He sido rector de una universidad marroquí en la preciosa Asilah. Se han traducido a diversos árabes –del sirio al egipcio pasando por el iraní– mis libros... Pero, cuando uno pisa el terreno religioso y le quema los pies, es preciso retirarse. Cuando la ley islámica planea sobre Gaza, por ejemplo, y Hamas defiende una reforma penal, con base en la sharía, que castiga el robo con la amputación de la mano, o con la flagelación los delitos sexuales, no sé dónde mirar. Porque, del otro lado, Netanyahu no garantiza ninguna libertad ni del espíritu ni de la propia vida. La islamización en la Franja de Gaza hace temblar con su peso la reconciliación con Al Fatah. Hay matrimonios, o simples amistades, a los que una ligera diferencia religiosa puede, no sólo separar, sino estrangular para siempre con un odio mortal. Si algún sentido tiene una religión es la búsqueda de la paz común. Cuando, cualquier religión, sirve sólo como un foso de aislamiento, no es su pureza lo que defiende sino la diferencia y la enemistad de los pueblos. Y, en ese caso, por esa locura, y por ese contradiós, maldita sea.