LB se queda solo

Parece que Luis Bárcenas se está quedando solo ante sí mismo, ante su relato, ante sus papeles y ante su responsabilidad.

De todos los posibles apoyos con los que habría podido contar para que corroboraran su versión de cómo se gestionaba la contabilidad del PP y se recibían las donaciones, se ha quedado sin ninguno.

Él dijo que el dinero de los donantes se recibía en presencia de Álvaro Lapuerta, del cajero y de él mismo, además de la del propio donante. Visto desde la óptica de posibles testigos, casi una multitud.

Pero hete aquí que todo el entramado de seguridad que podía haber reforzado la posición de Luis Bárcenas se ha esfumado repentinamente. El cajero dejó ayer muy claro que él jamás estuvo presente en la ceremonia de la donación, que jamás vio a ningún donante y que el dinero en billetes que recibía se lo daban en mano los tesoreros ya convenientemente repartido, troceado en porciones moderadas y listo para que él lo ingresara en el banco con todas las de la ley. Es más, por no conocer, no conoce ni la letra de su antiguo jefe.

El ex tesorero del PP perdió así ayer una baza fundamental con la que apuntalar su historia y, al final, lo que queda de lo declarado por Molero ante el juez es que sólo Bárcenas y Lapuerta, Lapuerta y Bárcenas, sabían lo que durante años sucedía entre las paredes de su despacho. Es decir, cuánto dinero entraba, quién lo entregaba y cuál era su destino final, cuestión ésta fundamental, dada la inmensa fortuna que, gracias a las investigaciones policiales, hemos sabido que el ex tesorero del PP acumulaba en Suiza.

La única persona que podría haber ratificado su versión era su antecesor en el cargo. Pero Álvaro Lapuerta ya no puede testificar en ningún sentido porque, lamentablemente, ha sufrido un grave accidente doméstico y no está en condiciones de comparecer ante el juez. Por lo tanto, la versión de Bárcenas se ha quedado completamente huérfana, pendiente tan sólo de que la Policía se la confirme o se la desmonte definitivamente, de que el juez la dé por buena o la rechace como una falsedad.

De momento, las dos incógnitas siguen abiertas. Una es si el Partido Popular se financió ilegalmente o no durante los años en que LB era el dueño de las llaves de la caja. Pero la segunda, y no menor, es cuánto del dinero recibido para el partido fue efectivamente a las arcas del partido y cuánto se quedó por el camino y fue a engrosar el bolsillo del intermediario.

Ahora llega el turno de los donantes imputados en la causa, pero es altamente improbable que alguno confiese que sus aportaciones no se atuvieron estrictamente a lo que marcaba la ley. Al final, lo que resulta es que Bárcenas se ha quedado solo ante sus enjuagues y ante sus apuntes. Incluso ante su fortuna.