Mourinho y la ‘canallesca’

EN LOS últimos años del franquismo, cuando Cebrián dirigía los informativos de la TVE de Arias Navarro, es decir, cuando mandaban los de siempre, los periodistas de la oposición –pocos– y los de la situación –casi todos– dieron con una forma confortable de representarse a sí mismos abreviando el dicharacho de un jerarca del régimen: «la prensa canallesca», y se bautizaron así: «la canallesca». No eran restos de la dizque resistencia antifranquista, sino una forma pícara de bajar la cerviz y hacer un mohín obsecuente para sobrevivir en el nuevo régimen. El caso es que durante muchos años «la canallesca» era como decir «los periodistas». Pero, claro, cuando los comisarios políticos del tardofranquismo empezaron a entrar en la Academia juancarlista, lo canallesco y vil, lo propio de un «sindicato del crimen», fue criticarlos. Volvíamos al clásico encanallamiento vertical. Pero «canallesca», amortizado como ardid, se perdió como insulto.

Hora es de recuperarlo. Si existe el periodismo deportivo, que no sé, su comportamiento como tribu, jauría o sección del KKK contra Mourinho ha sido –con rarísimas excepciones– canallesco. De hecho, «canallesca» es como muchos aficionados al fútbol, sobre todo madridistas, deberíamos llamar a esa prensa deportiva, ayuna de toda deportividad, por el linchamiento del entrenador del Real Madrid. Porque en los tres últimos años y sobre todo en los tres últimos meses, hemos asistido a una campaña de injurias y mentiras en cuadrilla –siempre en cuadrilla– sin precedentes en la prensa deportiva e incluso en el encanallado periodismo político español.

Sólo por la vileza montonera de sus agresores habría que defender a Mourinho. Pero es que, además, el portugués ha sido el que, prácticamente solo, en su primera temporada plantó cara al imbatible Barça –que es para lo que se le fichó, no para la Décima, como dice la canallesca–; en la segunda, lo destrozó en la fabulosa Liga de los Récords, puso en fuga a Guardiola y hasta nos acostumbró a ganar a domicilio al Barça. En la tercera, según la canallesca, Mourinho –que mereció ganar, como mínimo, dos de las tres semifinales europeas– fracasaría si no ganaba dos títulos por temporada. ¿Nadie se acuerda de cuando el Barça los ganaba de seis en seis? Yo, sí. Y lamentaré que se vaya Mourinho, porque pierde el Madrid.