Valdés no se va, le echan

Víctor Valdés se quiere marchar del Barça este mismo verano por la manifiesta incapacidad del presidente del Barcelona, por el desprecio con el que le ha tratado. Valdés no se va. A Valdés lo han echado.

Cuando Juan Carlos Unzué dejó de ser en 2012 el entrenador de porteros del Barcelona, para marcharse a entrenar al Racing, Valdés le pidió a Rosell que fichara para sustituirle a José Manuel Ochotorena, entrenador de porteros de la selección y con quien el guardameta del Barcelona tenía y tiene muy buena relación y una manera muy parecida de trabajar.

La respuesta de Rosell fue negativa, y autorizó a Zubi a fichar a su amigo José Ramón de la Fuente, en aquel momento entrenador de porteros del Hércules y que había sido portero del fútbol base del Barça. No es que De la Fuente sea un mal tipo –todo lo contrario–, pero si el mejor portero que ha tenido jamás el club, y seguramente uno de los mejores porteros del mundo, te pide a un entrenador de porteros determinado, es absurdo no concedérselo. Y más si tomamos en consideración que la plaza de portero en el Barcelona es especialmente difícil de cubrir. De hecho, desde que Zubizarreta se fue al Valencia, no había conseguido el equipo dar con la clave para disponer, definitivamente, de un portero de referencia y fiable hasta la eclosión de Valdés.

¿Qué méritos más tendría que haber acreditado Valdés para contar con el apoyo de su presidente y de su secretario técnico? La cacicada de Zubi, con la complicidad de Rosell, hizo que Valdés se planteara su futuro y pensara en marcharse a un club donde le trataran con el mínimo de respeto que su categoría profesional merece.

El factor que acabó de irritar a Víctor fue la premura con que Rosell renovó a jugadores como Puyol y Xavi, con inconcebibles contratos que se van a alargar mucho más que su decadente estado de forma; y la lentitud y casi indiferencia con que, en cambio, se gestionó su renovación. La gota que colmó el vaso de esta historia fue que Zubi dijera que la renovación de Valdés estaba «encarrilada» cuando ni siquiera se habían puesto en contacto con él.

No hay misterio en la marcha de Valdés, ni oferta descomunal de ningún jeque árabe, ni incomprensible pájara. Lo que hay es un secretario técnico que, por mucho que lo intenta, no está ni medianamente capacitado para su cargo y un presidente acostumbrado a vivir de la herencia de Laporta y que, cada vez que no tiene más remedio que tomar una decisión, crea un nuevo problema para el Barça.

De momento, estamos sin portero y con todos los abuelos renovados.