La Figar y el Pisuerga

No pudo estar, el miércoles, en el acto el presidente de la Comunidad, Ignacio González, porque su jefe le había citado en Génova. El caso es que los elogios de Miguel Ángel Garrido Gallardo, galardonado con el Premio de Investigación Julián Marías de 2012, fueron para Esperanza Aguirre, que decidió en su día que la investigación no sólo era cuestión de físicos o químicos, sino que en el terreno de las humanidades también había investigadores que premiar.

El acto de entrega de las Premios de la Investigación de la Comunidad estuvo así presidido fantasmalmente por Esperanza Aguirre, y de forma real por Lucía Figar, la consejera del ramo educativo, flanqueada por su viceconsejera, Alicia Delibes, que ya tiene en mente su segundo libro tras el boom de La gran estafa, y Jon Juaristi, que acaba de publicar su Miguel de Unamuno, otro bombazo.

Los premiados con el Marías humanístico fueron el filólogo Garrido, por el lado senior, y el historiador López Vega, por la vertiente junior. Con el Miguel Catalán científico, lo fueron al ingeniero Manuel Elices y a la física Montserrat Calleja, respectivamente.

Montserrat Calleja, galardonada por sus trabajos de investigación en nanotecnología, fue contundente al desear que entre los compañeros investigadores de su laboratorio, en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, no haya nadie que se tenga que marchar fuera de España; incluso, que ella misma no tenga que hacer las maletas.

En ese ambiente reivindicativo, donde, ya decíamos, la sombra de Aguirre fue alargada, Lucía Figar, aprovechando que González estaba en Génova y que el Pisuerga pasaba por Valladolid, no dejó de poner sus puntos sobre las íes. Es decir, que Madrid es la tercera región europea en actividades de investigación, tras Paris-Île de France y Londres. Y que para que el ejemplo de los galardonados y su excelencia llegue a la mayoría de los alumnos, Madrid va a cambiar los criterios de selección de los maestros interinos, defendiendo la necesidad de modificar los planes de estudio de Magisterio. Porque, ¿oído cocina?, «es tan importante el conocimiento como el saber transmitirlo». O sea, ¿oído Wert?, para que no haya dudas entre el personal, «nadie enseña lo que no sabe».

Quedó en el aire si estas afirmaciones las hubiera hecho, de no haber estado en Génova, Ignacio González. Claro que González tenía que decir ante el César que Madrid no es como Cataluña a la hora de pedir lo que le corresponde en la financiación autonómica. Que al César lo que es el César, que él sabrá, y a Madrid lo que es de Madrid.