Golfos apandadores

EL NACIMIENTO de Jesús no se comentó en la explanada del Templo. Las noticias de largo alcance rara vez se lo parecen a sus coetáneos. El pasado lunes terminó la Edad Contemporánea y comenzó otro ciclo de la Historia Universal. La prensa se hizo eco del asunto, pero sin subrayar su significado ni reparar en sus consecuencias. Otras noticias mucho menos trascendentes le arrebataron el protagonismo. Que si el escrache, el éxodo de la Semana Santa, los negocios de Bárcenas, Griñán y 'Pepiño', el pugilato entre dos pesos pesados de la Audiencia, el cruce de guantes entre Cristina Cifuentes y la Macarena de los desahucios, las lágrimas bajo la lluvia de los replicantes de las cofradías… ¡Bah! Tontunas. Lo de Chipre, en cambio, traerá larga cola: la del corcel de Breno. ¡Y los gansos del Capitolio tan calladitos! Estremece escuchar el ensordecedor silencio de los políticos y los agitadores de esa entelequia a la que llaman opinión pública. Lo de Nicosia también tiene nombre: se llama robo. ¿Recuerdan a los enemigos de Mickey Mouse? Están ahora en Bruselas. Atracos a mano armada ha habido muchos a lo largo de la Historia, pero es la primera vez que se perpetra un atraco a manos de instituciones supuestamente democráticas. No sólo Jesús; también Marx resucita. Lo de Chipre es leninismo en estado puro. Quien tenía en el banco 199.999 euros tendrá ahora menos dinero que quien tenía 100.000. Se demoniza el ahorro y se castiga el trabajo para que los piratas de la Unión Europea sigan chupando de la teta de la incautación de bienes y de la triple y discriminatoria imposición fiscal. Sabíamos que esos vampiros son una partida de incompetentes expertos en el arte de marear perdices sin abatir ninguna: eternas negociaciones jamás seguidas de decisiones. ¡Y cuando por fin toman una es la de forzar la caja y arramblar con su contenido! ¿No anda nadie por ahí que los denuncie en el juzgado de guardia? Procéselos, señora Alaya, y decrete su prisión sin fianza, pues serían los robados, y no los ladrones, quienes tendríamos que pagarla. Sea como fuere, el daño está hecho. Se acabó Europa, se acabó el euro, se acabó la banca, se acabó la propiedad privada (y, con ella, la libertad), se acabó el mito del Estado de Derecho. Los sueños, sueños son. Despiértense, amigos, recojan lo que les quede y apaguen la luz al salir, si es que no se la han cortado ya por falta de pago.