El gran fracaso

No hay como una guerra o una grave crisis para distinguir a los mejores y a los peores. En el 10º aniversario de la invasión de Irak, fontanar de innumerables artículos, vídeos, audios y mensajes en las redes, Howard Kurtz, uno de los principales críticos en los EEUU, escribía en su rincón de la CNN: «Para mí, fue el mayor fracaso de los medios en nuestro tiempo».

En La máquina de propaganda del Pentágono, el segundo mejor libro de William Fulbright tras La arrogancia del poder, dedicado a la desinformación y propaganda sobre la guerra de Vietnam, descubrimos hace mucho tiempo lo difícil que es elegir cuál es el peor de los dos fracasos.

En ambas tragedias, los principales medios estadounidenses, como los de casi todos los países en situaciones bélicas con soldados en el frente, se convirtieron primero en tambores justificadores y pregoneros de la necesidad de invadir, y luego en compañeros de armas empotrados para vender la gran hazaña justiciera. En ambas, mucho antes en Irak que en Vietnam, esos mismos medios acabaron reconociendo su error y pidiendo disculpas.

«Todos los medios actuaron fatal», denunciaba esta semana Gervasio Sánchez en la Ser. «Los estadounidenses y los europeos». La BBC no actuó igual que la CNN y EL MUNDO tampoco actuó igual que ABC. Es muy fácil comprobarlo. Cualquiera puede consultar la hemeroteca.

Gracias a una Al Jazeera ya madura, centenares de millones de espectadores se enteraron de que había víctimas de carne y hueso, algo que en la guerra del Golfo, en 1991, con el monopolio de la televisión global aún en la CNN, no pudo ser.

Sin salir de RTVE, El Mundo en 24 horas, que se emitía ya por tres cadenas de la casa, dio, gracias a periodistas como Rafael Díaz Arias y Luisa Aleñar, una información muy crítica desde meses antes de iniciarse la invasión. ¿Por qué los responsables de la cadena estatal en aquel momento permitieron esa independencia, que se desmarcaba claramente de la información internacional de los telediarios, dirigida por los mismos profesionales? ¿Olvidos? Misterios para una tesis sabrosísima.

Recuerdo como si fuera ayer el primer debate en el consejo editorial de EL MUNDO, en septiembre de 2002, sobre el riesgo de invasión. «Nunca he visto una manipulación tan descarada para justificar una intervención más injustificable de otro país», dijo al director uno de sus miembros, que se había pasado todo el mes anterior en los EEUU recopilando datos y testimonios sobre la tormenta que se avecinaba. No siempre sucede, pero en este caso EL MUNDO respondió.