Revolú

En el Vaticano se formó la mundial. Nuestros Príncipes -lo mejorcito nuestro- estuvieron allí: repicó en mi fundación su campana Felizia. Junto a los visitantes poco deseados, como Mugabe, sancionado con razón por la UE; como el mandatario indio acusado de violencia; como la Kirchner acusada de tantas cosas que no sé cómo ha cargado con ellas hasta Italia… Como la alcaldesa de Lima, a la que han dado otra oportunidad en un referéndum revocatorio. Y, de paso, la Clinton, más gordita, ha comprendido, por fin, el matrimonio gay… Es hora de abrazos y perdón para que roben con más tranquilidad los habituales y para que los mártires sepan por qué dieron su vida. El Papa existe y, por tanto, la esperanza… Aunque Siria bombardeó por primera vez el Líbano. Ya habrá otra segunda. Cuando los sirios tratan de ponerse en el sitio que Asad considera propio, o acaban en el cuarto de baño o en los campos de guerra o en un pueblo desnortado por un imbécil. Mientras su mujer, con 70.000 muertes encima, aparenta normalidad y se junta con las madres de los mártires. Quién me lo iba a decir cuando la conocí.