El rapto de los justiciables

LA SALA de lo Penal de la Audiencia Nacional, presidida por Angel Hurtado, con Julio de Diego como ponente y Enrique López ha evitado que los ciudadanos asistieran a una de las escenas más sórdidas de la justicia española, pródiga en sordideces. Con velocísima prudencia, ha respaldado la acción del fiscal y desbaratado la operación de Gómez Bermúdez para hacerse con el caso Bárcenas, tesorero del partido contra el que ese juez firmó un manifiesto. O sea, una garantía de imparcialidad. Sin embargo, el autor de la que, en mi opinión, es la sentencia más infame de la historia de la Justicia en España, la del 11-M, ha inaugurado una forma nueva de bandolerismo legal, que es la del rapto de justiciables. Lo ocurrido en la Audiencia en estos días es como si en el siglo XIX, en el paso más abrupto de Sierra Morena, un bandolero apodado El Juez asaltara la diligencia del cochero Ruz y secuestrara al viajero Bárcenas para pedir rescate o vengarse del PP, que eligió a Marlaska para un puesto que ambicionaba.

Yo no creo que, a estas alturas, por mucho empeño en enderezar entuertos que ponga Ángel Juanes, tenga remedio la Audiencia Nacional. Están algunos de los mejores jueces y fiscales de España, pero los vicios de comportamiento y de consentimiento, la lucha de clanes y la peste del corporativismo, más grave por lo especial que es ese tribunal, hacen de la regeneración de la AN una misión más difícil que la de rescatar al justiciable Bárcenas, acometida ayer por los tres esforzados caballistas de la Sala de lo Penal. Porque la Audiencia ha impedido en el último minuto la astracanada de dos jueces riñendo por un imputado, pero no puede impedir que la opinión pública perciba vehementes indicios de delito en la conducta de un juez que abusa de su autoridad y de su impunidad; y que mañana puede volver a asaltar a Bárcenas o a cualquier imputado mediáticamente atractivo. El espíritu garzonita, la arbitrariedad, las clamorosas sospechas de prevaricación y la posibilidad de cohechar como quien cosecha cebada impregnan los pasillos de un tribunal creado o recreado para luchar contra el terrorismo pero que hoy produce terror a cualquier ciudadano sensato.

>Vea el videoblog de Carlos Cuesta La escopeta nacional. Hoy: La necesidad de la doctrina Parot.