Pujolet, como Pepiño
LO PEOR del caso de las ITV por el que ha sido imputado Oriol Pujol es que demuestra el escaso grado de independencia u originalidad en las estafas perpetradas desde el poder político en Cataluña y en el resto de España. De hecho, el escándalo de la concesión presuntamente ilegal de las ITV catalanas salta en la investigación del caso Campeón, cuando la policía tira del hilo de una gasolinera de Lugo y, zas, aparece a orillas del Llobregat, con el gran Pepiño como mago del derecho a construir, versión municipal y espesa del derecho a conceder que se atribuyen los separatistas catalanes en virtud de su derecho a decidir. O sea, cuándo se separan de España sin que ésta deje de ser su colonia económica, una independencia imperial como la de Francia con el África francófona, cuyo Pére Noël es Monsieur Afrique, el hombre del maletín de Louis Vuitton en las ex colonias galas.
Imagino que, dadas las muchas ramas del caso Campeón, el conjunto melódico Pepiño y sus Dorribos Imputados unificará su defensa sobre un argumento: que el Ayuntamiento de Sant Boi, como si de cualquier concejo andaluz o gallego se tratara, ha ejercido el derecho a decidir al modo de los Pujol en las tres últimas décadas: como derecho a conceder el citado derecho a construir. Y, naturalmente, a recibir lo que el consuetudinario derecho a corromper admite: del 3% para arriba. Desconozco la rentabilidad del derecho a levantar naves industriales en Sant Boi cuando la ley no lo permite, pero qué menos que elevar el derecho a corromperse al 4% y en adelante. Lo contrario actualizaría el Espanya ens roba, síntesis del ideario pujolista.
Si en vez del maricomplejinismo hubiera en Moncloa algo parecido a un Gobierno, el separatismo catalán, con los Pujol y Mas a la cabeza, sería decapitado. No habrá tal. Lástima. El Hotel Palace, modesta sede del pío Duran, primer siervo del Papa de los pobres, habilitaría una planta para imputados de CiU, bautizada Hospedería El Banquillo. Dado el carácter multinacional, o sea español, de la corrupción catalana, sus íntimas relaciones con la Hispania Profunda -las murallas de Lugo son pura Hispania- y la costumbre de aferrarse al escaño para torear jueces, pepiños y pujolets acabarían quedándose a vivir en Madrid. Y vuelta a empezar.
>Vea el videoblog de Carlos Cuesta La escopeta nacional. Hoy: Lo que nos toca de Chipre.