Modelo siciliano
«La situación es dramática», dijo ayer Alfredo Pérez Rubalcaba en la sesión de control. Tiene razón: España es un género dramático con ocho suicidios al día, dos reinas y dos partidos socialistas. Una multitud de parados engaña al hambre con los chismes de la tele. La nación está muy entretenida con la carreta y la carpa; el pueblo se ha transformado en audiencia esperando que se le hable a los ojos. Los mendigos rumanos, como antes hicieron los hispanos, importan ciegos para que lleven a cuestas a los tullidos que piden de rodillas. A los viejos autos sacramentales ha sucedido la farsa y, como en Los intereses creados, el tinglado vuelve a subir a los palacios de los príncipes.
Las vidas ejemplares no son las de los santos o los sabios sino las de los pinchadiscos, las arrabaleras, los frikis, las concejalas pajilleras y las putiplistas de fortuna. Sólo el que roba, recalifica, evade y unta, mama, triunfa y manda; igual que entonces, a casi nadie se le castiga si trinca a lo grande. (Como les conté, el tesorero de Génova seguía recibiendo cada mes la paga por transferencia bancaria y se reía: «Si me han despedido, por qué no me enseñan el finiquito»).
La desafección ante la política corrupta y los parlamentos transformados en carpas llegó, como suele ocurrir con todo, antes a Italia que a España. Allí comenzó la política como reality, el pizzo como financiación de los partidos, la Tangentópolis como modo de sentar en el banquillo a 4.000 políticos y empresarios. La maqueta es idéntica y el empresario de la fantasmagoría, también. El mismo plató, el mismo guionista. En Roma nació el circo, y las legiones lo trajeron a decenas de ciudades españolas. Fue en el coliseo de la Ciudad Eterna donde los cristianos se comían a los leones, al contrario que en los 90 cuando la mafia y la corrupción se tragaron a la Democracia Cristiana.
En el circo ha crecido el payaso, Beppe Grillo, cabellera de león. Vocifera contra Europa y contra el euro, es un político de blog, antidemócrata. Dice que los partidos están fuera de la Historia, propone a Dario Fo como presidente de la República, plantea una revolución sin sangre. No es el augusto de manto de llamas sino un buffone magro que a los demócratas les hace reír. Degenerando, Italia ha pasado del PCI, el partido príncipe, donde militaban espiritualmente muchos intelectuales europeos y casi todos los italianos (Pasolini, Visconti, Pontecorvo, Pavese), a un nuevo compromiso histórico entre un arrepentido y un payaso, la seudoizquierda de Bersani y Cinco Estrellas.
Lo que llaman el modelo siciliano. Ya funciona en la isla de Don Corleone, así que la película va a ser de tiros. Grillo ya dice que Bersani es un muerto que habla.