A las ocho de la tarde

HOY se hará efectiva la dimisión del Santo Padre, una renuncia que ha gustado a toda clase de ateos, incluidos aquellos que se creen católicos pero que viven desprovistos de la arquitectura espiritual que se precisa para acoger el Misterio y entender el último significado de la gran lección de Cristo. Hay muchas formas de negar a Dios, algunas de ellas trágicamente involuntarias.

El Papa intelectual abandona. La razón nunca es suficiente y siempre es sobre el abismo el gran salto de la fe. El mito es una superación del logos y no al revés. Benedicto XVI se marchará a las ocho, como las secretarias. Un mundo devastado por la socialdemocracia y la corrección política le aplaude porque en el retroceso de lo maravilloso halla consuelo para su mediocridad. El abandono del Papa es la excusa que la legión de mequetrefes estaba esperando. Millones de justificaciones se están poniendo en marcha. El retrete de la Humanidad está a punto de rebosar.

Jesucristo nos enseñó justo lo contrario. La fe nos implica más allá de lo que el raciocinio puede comprender y la Cruz es el símbolo de nuestra era. Todos los sentimientos están resumidos en el Calvario. Para llegar al Cielo no hay atajos.

El Papa se retira a descansar, Jesucristo siempre estuvo con los fatigados. El Papa dice que ya no tiene fuerzas y los hombres hemos aprendido a ser fuertes, y dignos, y libres, y valientes, en la fortaleza y el amor que Jesús nos mostró en su agonía y en su muerte.

Un mundo en bancarrota espiritual elogia una rendición que araña a la Iglesia. Que los católicos sólo sean dignos de elogio cuando se rinden y los judíos cuando estuvieron en Auschwitz nos tendría que hacer reflexionar.

Ratzinger se va y nos deja la Semana Santa por delante. Aunque caigamos nos volveremos a levantar. Una y otra vez hasta que los corderos se vuelvan leones. No podemos pagar nuestra fortuna con descortesía: invita a lo funesto. Yo soy padre y me quedo.

Los católicos invertebrados que aplauden al desertor demuestran hasta qué punto la Iglesia está enferma. Dios sólo habló de eternidad pero la fe se vive sin abismo ni esperanza y un ejército de secretarias quiere marcharse puntual. El Papa fichará con ellas cuando esta tarde deje San Pedro y abandone a la Humanidad.