El PP tiene un líder, España no

LA MONCLOA está contenta y sonríe porque Rajoy le ha ganado un debate parlamentario a Rubalcaba y ha lanzado a sus propagandistas a repetir sin descanso una consigna política clásica: «El Gobierno ha recuperado la iniciativa política». El eslogan pertenece a un tiempo que ya se fue. Ojalá fuera así. Ojalá el Gobierno pudiera controlar la situación de la misma manera que los policías han controlado las calles que rodean el Congreso para evitar que los ciudadanos molesten a sus representantes. El cerco vallado del Congreso es impresionante, no me extrañaría que el ministro del Interior ordenara cualquier día la construcción de un muro. Después podría llegar el gueto. Mucho más seguro y a prueba de manifestantes. «¡Venga ya, toma democracia!». No es una pancarta del 15-M. Lo dijo el presidente del Gobierno en la tribuna.

Rajoy le ganó a Rubalcaba, pero no puede conseguir que sus ministros vayan a comer a un restaurante a la vista de todo el mundo. Los miembros del Gobierno se esconden en los reservados, entran por los garajes, se ocultan de las miradas en el asiento de atrás del coche oficial y le tienen pavor a la calle.

Rajoy le ganó a Rubalcaba y rechazó de forma solemne, digna y ceremoniosa la leyenda negra de que España sea un país corrupto. Pero no puede evitar que la mayoría de los españoles piensen que la corrupción está generalizada y reclamen una regeneración que, de momento, el Gobierno no está en condiciones de ofrecerles.

Rajoy le ganó el debate a Rubalcaba y el PP está contento porque se ha reconciliado con su líder, a quien se veía tambaleante. Pero el líder del PSOE tenía razón: «en España ha reaparecido la pobreza» sin que el Gobierno haya sido capaz de evitarlo. Y, si, hay demasiada gente buscando comida en los contenedores.

Rajoy le ganó el debate a Rubalcaba, pero está decepcionando a muchos de los que creyeron en él al no decir lo que todo el mundo piensa: Bárcenas es un auténtico sinvergüenza. Liderar consiste, entre otras cosas, en saber identificar el sentimiento de un país. El presidente del Gobierno ha renunciado a ese liderazgo y Rubalcaba nunca lo conseguirá. No por su discurso, sino por su lenguaje corporal. Fíjense en el. Lo dice todo.