Un buen padre

El joyero que ha disparado contra los navajeros que atacaron a su hija es un héroe. Un padre dispara cuando atacan a su hija, esté dentro o fuera de la ley, esté bien o mal visto su permiso de armas y vivamos más o menos enredados en una sociedad que glorifica al verdugo y desprecia a la víctima.

Disparó el joyero madrileño como disparó, en Cataluña, el yerno de los Tous, que fue absuelto por un tribunal popular y ahora van a repetirle el juicio, y así sucesivamente -supongo- hasta que lo declare culpable algún desaprensivo. Pueden repetir todos los juicios que quieran. Pueden meter en la cárcel al yerno de los Tous, al joyero madrileño y a los propietarios de las fincas que con tanta frecuencia, y tanta violencia, son últimamente asaltadas.

Podrán amenazar a todos los padres con meternos en la cárcel, pero dispararemos cuando nos asalten y la vida de nuestros hijos esté en peligro. Dispararemos y dispararemos a matar, porque tal como funciona la Justicia de nuestro país, si el asaltador sale vivo lo más probable es que quede libre al cabo de pocos días y que pudiera volver a asaltar a nuestra familia mientras nosotros continuamos detenidos tratando de explicar lo obvio a jueces incomprensibles.

Cedemos el paso a las damas, al entrar a los sitios damos los buenos días, no tiramos papeles al suelo y dejamos salir antes de entrar. Nos adaptamos a lo que nos legislan, pagamos lo que nos dicen y procuramos mantener la absurda fe de que cumpliendo con nuestras obligaciones el Estado cumplirá con la casi única que tiene con nosotros, que es protegernos. Bien. Pero lo que seguro que no haremos es quedarnos de brazos cruzados mientras hacen daño a nuestros hijos. Dispararemos. Que sirva de aviso.

No llamaremos a la Policía, porque todo va muy rápido, y ya es muy tarde cuando la Policía llega. No intentaremos convencer a los atracadores, ni dialogar con ellos, ni tratar de comprender su infancia, ni las causas que les llevaron a emigrar, ni si son ellos los culpables de lo que hacen o lo son sus circunstancias. Un padre -perdonadme- tiene otras prioridades mientras a su hija la están asesinando.

Defenderemos a nuestros hijos y nos defenderemos nosotros mismos, y quien quiera negarnos que podamos hacerlo tendrá que recordar que negarle a una persona o a una familia el derecho de defenderse es lo mismo que negarle el derecho de existir.

Haremos, en definitiva, lo que un buen padre hace siempre: proteger a sus hijos. Digan lo que digan los jueces y la Justicia.