El dolor

ANTES solía quejarme por los palos que recibía por mis artículos más limítrofes y verdaderos. Con el tiempo he aprendido que cuando más duro es el palo, más débil es la persona que lo golpea, y que Dios unió verdad y dolor y nos mandó a su hijo para explicarnos el proceso. Todos los sentimientos están resumidos en el Calvario.

Duele amar, duele la verdad y por el dolor sabes que te acercas a ella. No hay nada más confortable que una mentira o una queja, ni nada más liviano que amar cuando el amor no es sincero. De mi hija he aprendido el terror de que algo malo le sucediera, y esta angustia que no cesa es lo que mejor me dispone para educarla y protegerla.

Sin dolor no hay aprendizaje, ni descubrimiento. La turba te va a descuartizar cada vez que toques alguna tecla de verdadero conocimiento. El dolor salva y es la debilidad abandonando el cuerpo. Dante se desangró en el infierno para ser digno de pasear con Beatriz por el Cielo.

Te van a intentar destruir cada vez que roces la cara de Dios alargando los dedos para alcanzar lo verdadero. Pero precisamente por ello tienes que hacerlo. Así es como Dios nos enseñó a crecer en su amor, con esperanza y con fe, pero sobre todo pagando el precio. Vivimos tan alejados de cualquier noción de deber y agradecimiento que no alcanzamos a comprender la lección del dolor ni cómo lo que somos y lo que perdura de nosotros se consolida a través del sentimiento. Jesús conoció la Cruz y la Cruz estaba en el patio de jugar de mi colegio.

Somos deudores de la luz y la despreciamos cuando no la usamos para que la verdad resplandezca. Nacimos del dolor materno y nada importante ni bello hemos conseguido sin dolor. De cualquier chantaje podríamos librarnos menos de ver llorar a la persona a la que queremos.

Antes me quejaba cuando me golpeaban por los artículos más sinceros y con el tiempo he comprendido que lo que distingue a la persona de la gente es la sed de verdad y la aceptación del sufrimiento. La lucidez irrita a los ciegos. Son legión, el diablo y sus muermos.

De mi hija he aprendido a desprenderme de mí mismo, que el pánico va asociado al amor más puro y que mi único sentido es protegerla. El dolor de que cualquier cosa le sucediera es la Cruz fundacional de nuestra era y Dios el amor que mueve el Sol y las otras estrellas.