Un duque empalmado

¡BASTA! Potuit, voluit, ergo fecit. Como el duro dogma de la Inmaculada Concepción. Cuando las miserias del ser humano alcanzan límites inverosímiles, hay que recurrir a la teología y a la omnipotencia. Quien puede y quiere, por lo visto, tiene derecho a cualquier cosa. El ejemplo de dios, trino y uno, es inmejorable: debe darse por zanjado el tema si se aprueba. Sic rebus stantibus. Hoy estoy latinista: las cosas son así. En latín resulta más respetuoso. Decir que cada uno, si puede, hace aquí lo que le sale de los cojones, es más claro pero mucho más ordinario (en todos los sentidos). O callamos o hablamos de una vez. Hay casos en que los jueces sólo pueden añadir su firma. Ya está bien de bobadas quejicas y de silencios impactantes. Ya está bien de complicidades acusicas y de marear una perdiz ya enjaulada. Ni soy ni dejo de ser monárquico; pero cachondeos, no. Aquí se necesita un gobierno verosímil para todos. Y que todos -incluido ese gobierno- se atengan a todas las consecuencias. De una puñetera vez. Empalmados o sin empalmar. Lo que se ha de cortar por lo sano de una vez es el poder del tema, no el empalme. Si sabemos de qué hablamos.